Torre de la iglesia del Salvador de Quel (La Rioja)

 

 

 

El día 6 de Agosto, la Virgen de la Antigua, que está en la iglesia parroquial de la Santa Cruz, es llevada en procesión acompañada de doce hombres -hermanos del Señor- y el abad -el párroco-. Van hacia la ermita del Santo Cristo de la Transfiguración. Se celebra la misa con solemnidad. Al final se lee la carta en que consta la institución de la fiesta titular de la Villa de Quel: el pan y el queso. Y tras esta ceremonia los ediles arrojan trozos de pan y queso a la multitud.

El texto de la carta es el que sigue:

 

«5 de Agosto de 1479. Estando la dicha villa de Quel en mucha tribulación e ira de Nuestro Sr. Jesucristo, por pecados de ella y de la gran mortandad que había de los fuidos y de los muertos, en tal manera que de cincuenta quedaron en diez y siete y asi visto la gran tristeza, fué acordado por Diego Martínez, cura y con él algunos vecinos que quedaron más los de Autol, para que cada uno dijese su parecer porque hubiere algunos procuradores de Nuestro Sr. Jesucristo y de su Benditísima Madre la Virgen Santísima fuese impetrado alguna misericordia a dicha Villa, de lo cual a todos plugo y ansí fué acordado de tomarse doce Santos de los comarcanos que en rededor de esta villa tenían, con la Virgen María a vueltas y por capitán a Nuestro Sr. Jesucristo, padre de ellos, que por su santa clemencia y piedad se alzara la vida de. este pueblo y no se mermara y destruyere: Y para esto, fué acordado que dicho cura y vecinos fueren a hacer trece candelas de cera de largura de un palmo por medida y peso y, ordenando procesión en dicho día de la Transfiguración, fuesen los que se pudiesen haber a la Iglesia de la Santa Cruz en procesión, lo cual a todos plugo y para lo poner en obra en la víspera de la Transfiguración por el dicho cura y otros ficieren las dichas candelas, por medida, e para las poner en el peso, e fueron traídos tres o cuatro pesos para poder pesar las candelas, de lo cual no se pudo fallar ningún peso derecho, e visto aquello, aquella noche no se fizo más: otro día por la mañana, en saliendo el sol, se juntaron en casa del cura Juan Ortiz de Aso, clérigo y Martín Alfaro, notario, y Pedro Sáez alcalde, e Juan Antolínez e Juan López e otros asaz pocos, e trajeron un peso, para pesar las dichas candelas que estaban cortadas por medida, las cuales fallaron tan justas y derechas como fueren referidas y aparadas en peso de florin que parecía obra de la mano de Dios y en el suelo de cada candela puesto en un papelejo el nombre de cada Santo e cosiéndolos, no saben como, ni como no, se perdieron tres cartillas de ellas, que no supieron por quien fueron arrebatados aquellos santos y ansi hubieron de desatar para ver cuales eran las perdidas y hallados tornaronse todos a coser con las candelas y la tomaron para la procesión, fuéronse para Santa Cruz y pusieron dentro de la Capilla un banco y puestas todas por igual, y encendidas de un golpe, propusieron los que allí estaban en nombre de los ausentes que la candela que más durara de venir en dicho día en procesión en cada un año para siempre jamás, en memoria de aquel santo que así durase más, en decir misa en su memoria y ansí empezó la misa a cantar y se acabó antes que se acabasen las candelas con mucha devoción y se acabaron las 11 de quemar y ansí quedaron los dos por igual encendidas por espacios que fueran y vinieran de Arnedo y con muchas lágrimas y tristezas los vecinos llorando y diciendo -que cosa será aquella durar tanto aquellas dos candelas- e plugo a Dios quedó la una sola encendida con 2 dedos de cera de largura y los unos decían que querían saber quien era aquel Santo que así había porfiado; é otros decían que no se supiese aquel secreto: todavía lo quisieron saber, y vieron que era la candela de Nuestro Señor Jesucristo y la que quedó tras era la de Nuestra Señora la Virgen María, con lo cual fué tomada gran devoción, e con muchas lágrimas é dolor cantaron «Tedeum laudamus» y ansí se tornaron con la procesión a la Iglesia Mayor, é acabado de hacer la procesión propusieron, como dicho es, de cada año de venir a dicha Iglesia de Santa Cruz con su procesión é decir una misa de Nuestra Señora é de hacer una cofradía y hermandad de los doce vecinos a honor de los doce Apóstoles, y uno a honor de Nuestro Sr. Jesucristo y ansí son trece en memoria de las trece candelas y estos que comiesen aquel día una yantar a su costa, y tuviesen y llevasen a la dicha ermita de Santa Cruz, pan y queso y vino, dar caridad a cuantos niños se acercasen a dos veces beber y esto que fuesen dado en acabándose la misa: y ansí hecho todo esto plugo a Nuestro Señor cesó la mortandad en la dicha villa é no murieron, de ahí en adelante, más de dos o tres».

 

 

 

 

Vista de Quel, bajo el farallón y el castillo.

 
 
 

 

 

EL PAN Y QUESO DE QUEL

Luisa YRAVEDRA
ESPERANZA RUBIO

 Leyendas y tradiciones de La Rioja, IER, 1980, pp. 103-104