Puente románico de Puentelarriena en Navarra.

 

 

 

El siglo XIV se presenta como una época de fractura en los más diversos órdenes de valores. J. Valdeón, quizá uno de los mejores conocedores de este momento tan complejo, nos define al siglo como el del gran viraje. El rastreo que efectúa (1) entre las más diversas fuentes, le permite aseverar que: entre las masas populares existía la convicción profunda de que vivían en una época anormal. La climatologia entrevista al hilo de los leves e inciertos datos que nos proporcionan los textos de la época, permiten establecer cinco períodos «goznes» en el siglo (2): de 1331 a 1333, del 43 al 46, del 67 al 69, del 76 al 77 y del 99 al 1400.

En una sociedad eminentemente rural, hablar de alteraciones climáticas presupone el encadenar crisis de subsistencias. En un estado generalizado de hambre, coadyuvado por una crisis política de primera magnitud que se había dejado sentir en Castilla desde la minoridad de Fernando IV, no es de extrañar que las alteraciones económicas -devaluaciones, inflación- y sociales -supuesto absentismo laboral, bandolerismo, etc.- se acrecienten de manera alarmante.

La aparición de la Peste Negra en la Península a partir de 1348 al 50 no hace sino catalizar este proceso, al provocar elevadas mortandades y agudizar, por tanto, todo el proceso antedicho.

Evaluar la profundidad de la crisis o el alcance de las oleadas de la Peste Negra es por el momento muy difícil, puesto que a la carencia de datos directos, se une la necesaria crítica clarificadora de los hasta ahora estudiados.

A partir de un documento cerrado en sí, lacónico en su expresión, extremadamente preciso y rico en datos de carácter económico y sobre el consumo, como es Desde Estella a Sevilla, cuentas de un viaje (1352) (3), vamos a intentar cuantificar un momento económico preciso y limitado -solo abarca dos meses- y también aproximarnos a lo que era el consumo alimenticio normal en la época y estación -comienzos del verano- por donde iban pasando.

También la información que su estudio proporciona es interesante, al permitirnos comparar de manera sincrónica, aunque muy parcialmente, los niveles de precios entre las distintas regiones y reinos, aún cuando intentando no extender en demasía este trabajo no consideremos la pequeña parte referente al reino de Navarra. Asimismo podemos apreciar la expansión de determinados productos en los mercados locales, el tratamiento de que eran objeto las caballerías, etc.

Se trata de un viaje, que en circunstancias especiales discurre desde Estella a Sevilla en pleno siglo XIV. Durante dos meses largos, una cuadrilla de hombres a pie y en mula van bajando por caminos de dudosa transitabilidad por Nájera, Burgos, Valladolid, Madrigal, Barco de Ávila, Cáceres y Mérida hasta Sevilla desde donde regresan.

La constancia de este viaje ha quedado a través de las cuentas que entregara su responsable a la vuelta y como tal se han conservado en el Archivo General de Navarra.

La originalidad de este testimonio es indudable, puesto que no contamos con ninguna otra muestra de tan temprana época, ni de recorrido similar, ya que el mayor número de noticias referentes a viajes que quedan se refieren a peregrinaciones a Santiago de Compostela.

Las cuentas de este singular viaje vienen dadas día a día detallando lo que compran para almorzar y cenar, dónde lo compran ya qué precios y aun en qué cantidades a veces compran determinados artículos.

 

 

 

Los protagonistas

 

Del grupo de personas que parten de Estella para Sevilla, cabe destacar a Per Alvarez de Rada y a Gil García de Aniz. Ambos llevan un mensaje del lugarteniente del Rey Carlos II de Navarra al Rey don Pedro I de Castilla, llamado popularmente «el cruel».

Don Gil García de Aniz era señor de Otazu y llegó, si aún no lo era, a ser lugarteniente de gobernador por el infante don Luis de Evreux, hermano de Carlos II. Así nos encontramos con una persona de elevada condición social como también lo debiera ser a juzgar por el tratamiento que el texto le da a Per Alvarez.

Lógicamente en la larga y prolija relación de gastos, queda sobrada constancia de la clase social y de la autoridad que ambos personajes tienen.

Años después, en 1364, don Pedro I nombra procuradores suyos, para que puedan concertar alianzas, amistades y confederaciones con Gil García de Aniz y otros procuradores del Rey Carlos II de Navarra ... nuestro personaje anodino de un texto contable ya figura en la compleja política peninsular de estos turbulentos años.

iPor sus gastos los conoceréis! ... podríamos decir' en esta ocasión, pues estos dos personajes principales gastan más, comen mejor y, por tanto, su nombre sale una y otra vez a colación. Ambos se hacen cuidar en su estado de salud, reciben cuando es posible alimentación especial -pollos, huevos, miel, azúcar, etc.- se perfuman con hagua de rosa, hacen cuidar sus mulas de manera especial -las mandan raer, dar miel, estabularlas de manera preferente, etc.-y van reparando y renovando sus aperos de monta, llegando al extremo de hacer dobar la siella de su mula los días 4, 5, 14 y 16 del mismo mes de julio el antedicho Per Alvarez ... ¡Servidumbres de su condición social!

Otros nombres van desfilando de manera incidental a lo largo de los días del víaje o de la larga estancia en Sevilla de 29 días, mientras ventilaban el asunto que allí les había llevado, y suponemos que por el cual se ven dos veces con el comendador Rodrigo Alfonso y con otras personas a las que también obsequian con vino y fruta cuando les visitan. También acuden al palacio de la Reina doña María y al de Johan Fernández de Hinestrosa, que fuera alcalde de los hijosdalgo y camarero del Rey.

De Estella dicen que partieron con 10 hombres de mulas et una açemila et 6 hombres de pie et 10 moços. De los jinetes sabemos de alguno más, por los gastos que ocasionaron las reparaciones de sus arneses o cura de sus mulas, pero de los hombres que marchaban a pie, solamente sabemos de ellos porque en las jornadas más duras eran recompensados con una ración extra de vino a media marcha o por aquel queso que se les reparte antes de salir.

De entre la monotonía diaria del viaje, merecen destacar varios sucesos: en Sevilla la visita de 4 juglares que a cambio del almuerzo actúan ante ellos, la enfermedad de Gil García ya de vuelta a Navarra, así como que a su paso por Cáceres han de contratar compañía armada para franquearse el paso hacia Mérida, pues desde el castillo de Alburquerque hostigaban toda aquella comarca.

Don Gil García enferma el 15 de julio probablemente a causa de las largas marchas y del calor propio del mes. Se ven obligados a parar un día en Valladolid, donde es medicado con reconstituyentes como son la miel y el azúcar, para finalmente ser sangrado, como ya lo fuera el propio Per Alvarez, más previsor, antes de salir de Sevilla. No obstante, en Burgos: recae y deteniéndose medio dia vuelve a tomar azúcar como remedio a su mal, antes de reiniciar el camino.

 

 

 

El recorrido

 

El itinerario que siguen desde su salida de Estella va siguiendo viejos caminos de comunicación entre ambas mesetas. Hasta cruzar el Ebro caminan a marcha corta, para después alargar las jornadas a su paso por las últimas estribaciones norteñas del Sistema Ibérico. Dejando atrás la Tierra de Cameros, van faldeando los montes de San Millán y San Lorenzo, para finalmente acogerse en la villa de Belorado, escenario de la disputa entre el lobo y la raposa que en el Libro del Buen Amor el Arcipreste de Hita desenvuelve pícaramente, acusando a don Lobo así: porque tiene barragana pública e es casado/con su muger Doña Loba, que mora en Vilforado (estrofa 337). Belorado también figura naturalmente en otras referencias menos coloristas como son las múltiples «guías» jacobeas.

El camino de Burgos a Valladolid lo hacen avivando el paso, pues por terreno llano andan al recorrer las vegas del Arlanzón y del Pisuerga.

Desde aquí y hasta el Barco de ävila, se apartan de las rutas principales, pero no por eso ven reducida su marcha, haciendo médias de 80 km. diarios. La subida por las estribaciones de la sierra de Ávila y Gredos, la hacen  siguiendo el cauce ascendente del Tormes, para después entre la sierra de Béjar y el macizo central de Gredos, siguiendo la línea de mínima pendiente, buscar  la incipiente cuenca del Jerte y por ella bajando hasta Cabezuela del Valle para llegar a Plasencia.

Cruzan la serrezuela de Cañaveral, el río Tajo y bajan a Cáceres, desde donde por caminos de sobra transitados desde la antigüedad, y pasando por la sierra de San Pedro se dirigen a Mérida, Zafra, Fuente de Cantos, Almadén y Alcalá del Río, por donde cruzan el Guadalquivir. En total quince días de viaje para recorrer unas ciento cuarenta leguas.

Aquí nos asalta la primera duda. Si es cierto como parece que llevaban en la cuadrilla gente de a pie, que según el texto podían ser 16 y sólo diez u once mulas para otros doce. ¿Cómo puede comprenderse que hayan hecho jornadas de hasta 115 Km?

Pocas referencias tenemos en lo que a viajes a pie en la Edad Media se refiere. E. A. de la Torre recoge datos de pagos a correos en tiempos de los Reyes Católicos y llegan a recorrer 330 Km. en dos días, o 680 en seis. En la crónica de Enrique IV, Alonso de Palencia nos refiere que habiendo salido D. Fernando en 1469 de Zaragoza: ... dos leguas llevaban andadas, cuando se notó la falta de una alforja con monedas de oro y plata... Volvió a buscada a pie Juan el Aragonés, y regresó con ella antes de que el príncipe hubiese andado otras dos leguas ...

De los 29 lugares en que paran bien para almorzar o dormir en el camino de ida, y los otros tantos a la vuelta, quedan 37 lugares diferentes que podemos señalar en el recorrido. De ellos, muy pocos no los recoge Pedro Juan de Villuga en su Repertorio de todos los caminos de España de 1546, o subsisten hoy como pueblos.

En el recorrido, el paso por Burgos y la estancia en Sevilla merecen mayor atención. Burgos ya convertida en cabeza de Castilla merece una honrosa descripción en la Geografia del Edrisí varios siglos antes: Ciudad grande, dividida en dos partes por un río, cada cual con su muralla y en una de ellas caminan los judíos; es fuerte, opulenta; tiene casas de comercio, mercados, depósito de provisiones, y la frecuentan muchos viajeros, así de paso para otras partes como en término de su expedición ...

También de Sevilla merece recordar dos descripciones que de ella hace un siglo antes Alfonso X «el sabio»: ... grande es otrosí no tan solamiente el cuerpo de la cibdat, que es mayor que otro que sea ... (4), o aquella otra donde dice: ... Na cibdade de Sevilla que é grand, a maravilla (5).

 

 

 

El hospedaje

 

A lo largo del camino desde Estella, la práctica del hospedaje es puntual. Día a día, para comer o dormir, se alojan en posadas. A días consignan que con cama, otros sólo establo o fuego, pero parece que nunca les proporcionaban más que techo, cama y establo, ni siquiera con qué alumbrarse ni leña para cocinar.

Los precios de los hospedajes no guardan relación aparente con la importancia de la villa o el nivel económico de la zona, y ellos tienen la costumbre de dar una propina a la guespeda casi todos los días de 1 mrs. ¡Vieja costumbre!

En Sevilla, el alojamiento aparece más perfilado, pues contamos en esta noche con el senyor de la ropa que nós teniemos, las quales eran ocho camas que nos costa van cada día veinte maravedís ... Esta rudimentaria red de posadas muestra ya una infraestructura siquiera mínima que sostíene un flujo comercial notable en la Castilla del siglo XIV.

Llama la atención el que en caminos supuestamente dificultosos de transitar pudieran hacer jornadas de marcha tan fuertes y sobre todo con la continuidad y uniformidad con que lo andan.

Igualmente el paso de ríos como el Duero, Tajo o Guadalquivir no les supone mayor obstáculo y sólo éste lo cruzan en barca, y a la vuelta «el barco del Conerra» que por donde lo sitúa debe ser el Aljucén o el Salor.

Podemos, pues, hablar de una circulación rápida franca, y con una red de hospedajes que no les abandona casi ni un solo día en su recorrido de 140 leguas.

 

 

 

Comidas

 

En cada lugar por donde van pasando desde el 23 de mayo al 27 de julio compran la comida necesaria para el yantar y para cena. En esta época las cosechas del cereal están a punto de hacerse en la meseta, y en Extremadura y Andalucía se están acabando, para a la vuelta encontrarse ya con la mies guardada; al igual que les pasa con los frutos del tiempo, como las guindas, ciruelas, peras, etc.

En el viaje de ida, van atravesando la meseta a finales de mayo, Extremadura a primeros de junio para llegar a Sevilla el día 10.

La comida que vienen haciendo es a base de carne, verdura, vino y pan. De manera menos frecuente fruta, queso y los viernes indefectiblemente el pescado. Entre las diversas carnes que comen, es el carnero la más consumida, bien condimentado con ajos y pimienta, así como otras que compran preferentemente hasta Burgos, como son pollos, vaca, cabrito u otras asaduras. A partir de Burgos, el carnero se convierte en el plato por excelencia en la dieta alimenticia que sustentan el pan y el vino. A medida que van bajando consumen fruta en sazón, como las cerezas y guindas, para después en Extremadura comer ya manzanas tempranas. Comen abundantes hortalizas, principalmente lechuga aliñada con vinagre y, en menor medida, rábanos, cebollas y berzas. Como complemento a la comida o quizá como ayuda a la alimentación de los peones, compran tocino casi la mitad de los días.

El vino y el pan son los dos elementos en torno a los cuales gira toda la alimentación. Consumen alrededor de 24 azumbres de vino al día, lo que de manera muy insegura puede cifrarse en 50 ó 52 litros. En pan gastan entre la mitad y la cuarta parte que en el vino, lo que no quiere decir necesariamente que consumen poco pan, sino que el vino tenía un precio muy alto comparativamente, distanciándose cada vez más del del pan a medida que se acercan a Sevilla hasta ser casi el quíntuplo en su presupuesto diario.

Instalados ya en Sevilla, la variedad de comidas es mucho mayor. El enorme bazar que era ya Sevilla a mediados del XIV se percibe en las cuentas. Siguen la misma tónica las comidas, pero introducen nuevos elementos. Por ejemplo, condimentan los pollos o el carnero no sólo ya con ajos y pimienta, sino con mostaza -evidentemente importada también-. Siguen comprando, al igual que a la venida, salsa o resalsa, condimento que debía venderse ya preparado.

Introducen asimismo la horuga y el hagraz que como salsas de picante sabor eran muy usadas para adobar pollos y carnes en general, siendo la horuga hierba picante a la que añadían azúcar o miel, vinagre y pan tostado. El hagraz hecha a base de uvas sin madurar servía de salsa para la asadura de pollos.

Sevilla como puerto marítimo, dispone de una variedad de pescado mayor que en otras zonas que tienen que consumir pescado salado o escabechado. Compran el pescado para los viernes y lo consumen en dos días, ya el jueves o el sábado, además del viernes.

También entran en su menú, los huevos, el tocino, las calabazas, las habas, etcétera. Sevilla debía tener problemas en el abastecimiento de agua, puesto que los ventinueve días de estancia en la ciudad han de comprarla todos los días por valor de 6 dineros, excepto ciertos días en que debió apretar el calor y beben a tenor del sol sevillano de finales de junio.

El viaje de vuelta hacia Estella viene a ser una repetición del de ida, pero con los naturales matices que impone la estación ya avanzada, como también que esos pequeños artículos cuya necesidad irá surgiendo, como ollas, un orinal, o una lámpara ya los habían adquirido.

Quizá debido a escasez de dinero u otra causa, simplifican las comidas, reduciéndose a pan, vino, carnero y fruta. Llegados a Valladolid quizá aprovechando la enfermedad de don Gil compran abundantemente y con más variedad, también porque, abandonada Sevilla, ningún mercado estaba bien abastecido como pudiera estarlo Valladolid. En Dueñas y sobre todo en Medina del Campo -pescado, aceite, huevos, miel, arroz, almendras, azúcar, etc.- se aprecia la estratégica situación de estos lugares en frecuentadas vías de comunicación.

Dos productos como son la pimienta y la mostaza, son de importación. La pimienta, siempre asociada a los ajos, la compran a lo largo de todo el trayecto y la mostaza en Pamplona, Estella, Burgos, Plasencia y Sevilla. Por un precio apenas variable, parece indicar que la distribución de dichos productos era buena aún en lo más interior de la Península.

 

 

 

Los jumentos

 

En ningún pasaje de las cuentas da detalle de cuántas acémilas les acompañan en el viaje, pero por las raciones de cebada que metódicamente les reparten dos veces diarias, podemos deducir que fueron once, de las cuales cinco eran de Per Alvarez.

El cuidado para con los animales es muy estricto. Diariamente, tanto en marcha como estabuladas en Sevilla, reciben la misma cantidad de cebada, paja para comer y para camas y en zonas donde no hay paja compran hierba. Así, por ejemplo, en el trayecto entre Barco de Avila y un poco más allá de Cáceres, produciéndose la misma anormalidad a la vuelta aunque circunscrito a Cáceres y Cañaveral.

Otra atención muy propia de las largas marchas a que están sujetas las mulas es el herraje y sobre todo a lo largo de su estancia en Sevilla, donde se aprecia el esfuerzo del viaje, pues durante los primeros días son herradas más frecuentemente, del mismo modo que durante los días previos a su partida. Por la cantidad de veces que a lo largo de los dos meses se ven obligados a herrarlas, puede deducirse lo fatigoso de la marcha y el estado de los caminos que transitaron.

Los jinetes para la monta llevaban espuelas y las sillas iban provistas de un almohadillado, el baste, para no rozar la piel de la caballería, llevando éstas un cabestro y freno. Por la cantidad de veces que han de adobar las sillas, cabestros y espuelas bien podemos ver que eran artículos que se aprovechaban hasta el final antes de renovarlos.

Con relativa frecuencia proporcionan ciertas medicinas a las mulas como la verdesona, vinagre y sal, también horpiment que es usada como droga en tintorería, syan para engrasarlas, miel para tonificarlas, etc. En otras ocasiones les raen el pelo, las sangran o las cosen de alguna herida.

Como puede verse un cuadro de atenciones muy a tenor del altísimo precio que podía alcanzar dicho animal. Baste saber que podía equivaler al salario casi íntegro de un hortelano o de un yuguero durante diez años aproximadamente.

 

 


 

Los precios

 

El estudio de los precios es una de las facetas más interesantes del análisis de las cuentas de este viaje.

Esto se debe a las características que encierra este documento. El hecho de que la ida y la vuelta coincidan al igual que muchas de las paradas, nos permite comparar precios con un mes de diferencia -la cosecha- y también las diferencias regionales que pueden existir.

La tipología de los productos que consumen, son presumiblemente de carácter común y de primera necesidad. Evidentemente, estamos sujetos a varias cuestiones que sitúan este texto en una esfera más discutible. Tales son: la posibilidad de fraude en las cuentas -como más tarde se verá-, el hecho de ser extranjeros de paso quienes compran -pueden cobrarles más- o el que al comprar al detalle se les encarezcan los productos en el mercado.

En el viaje de ida, en la meseta aún no se ha empezado a cosechar, pero sí en Extremadura donde se está efectuando y en Andalucía que casi se ha guardado el pan. Naturalmente esto no es válido para el vino, ni para otros artículos no de temporada.

El consumo diario de pan cocido guarda una lógica, ya que está más caro a la ida que a la vuelta excepto en Palenzuela (Burgos) y en Cáceres donde se invierte. A medida que van bajando se encarece, debido al más alto nivel de precios de Andalucía observándose el buen abastecimiento de pan de la ciudad de Sevilla, pues está más barato en la ciudad que en su comarca circundante.

La cebada guarda con respecto del pan una cierta semejanza, al estar exento de fuertes oscilaciones y resultar por lo general más barata a la vuelta que a la ida. Sólo en tres zonas y por causas que se nos escapan el precio se invierte. En la comarca de Cáceres el hecho de que la cebada, el pan y la paja sean más caras a la vuelta cuando la cosecha está terminada, puede entenderse en razón de las razzias efectuadas desde el castillo de Alburquerque.

El vino rompe la tónica de «horizontalidad» en la evolución de sus precios, registrándose fuertes oscilaciones en su cotización. Además, mientras que en la zona de la meseta está más barato a la vuelta -a la expectativa de buena vendimia-, en Andalucía pasa lo contrario, y los buenos excedentes que también guardaban del año anterior se van encareciendo ante una cosecha no tan buena.

Ante la imposibilidad de precisar más, hemos dividido el recorrido en tres zonas acordes a las que dividiera Alfonso X al hacer su ordenamiento de precios en 1268. La meseta, la Extremadura y Andalucía, eso si considerando a Sevilla como zona diferenciada económicamente. En efecto, la división a priori se ha correspondido con la realidad, observándose un incremento general a medida que nos aproximamos a Sevilla, para luego descender aún más fuertemente todos los precios al regreso.

El pan y la paja no varían muy acusadamente, mientras que la cebada y, sobre todo, el vino -el 50 por 100 y el 300 por 100 respectivamente- lo hacen de manera brutal con respecto al pan y la paja -del 15 por 100 al 25 por 100.

La estancia en Sevilla muestra un mercado muy estable y surtido en esta época del año, al registrarse apenas variaciones en los precios diarios de los productos.

En el reparto de gastos mensuales en Sevilla, el vino absorbe el 74 por 100 del desembolso en alimentación, el pan el 14 por 100, la carne el 8 por 100, el pescado y la fruta el 1,5 por 100 respectivamente, los condimentos y especias el 1 por 100, etc.

Por capítulos generales, la alimentación representa el 64 por 100, el mantenimiento de las cabalgaduras el 28 por 100 y el alojamiento el 8 por 100, así mismo para Sevilla.

 

 

 

Conclusiones

 

Vamos a detenemos en una anécdota que trasciende a lo puramente personal. Según se desprende del texto, el responsable del viaje debió ser Gil García, pero quien recogió día a día las cuentas fue otra persona. Este anónimo contable independientemente de los errores de acumulación, y cuya intencionalidad es improbable, comete una falsedad al presentar la capitulación general.

Mientras que cada día valora el maravedí a diez dineros, en el resultado total lo hace a trece dineros. Ello representa que al cambiar la moneda castellana a la navarra, sustrae un 33 por 100 del monto del viaje en tierras castellanas. La cifra de 3.700 maravedís es el resultado de su despiste, que bien podía equivaler al costo de una mula por ejemplo. ¿Pudo don Gil ignorar este desaguisado, o fue él quien se cobró por anticipado? i Nobleza obliga !

Del viaje merece destacar la aparente facilidad de tránsito que encuentran, de alojamiento y la ausencia de derechos de paso a lo largo de todo el trayecto de 150 leguas. Sólo un hecho aparentemente aislado como es que en Cáceres tengan que buscar protección armada, desdice del franco caminar: ... partiemos de Cancres et levamos con nós 8 hombres a cavallo por guía, por razón que los del castiello de Alborquerc robafçan et havian muerto en el día dantes 11 honbres de la dicta villa ... (4 de junio).

Don Juan Alfonso de Alburquerque, señor de Alburquerque, era privado del Rey Don Pedro, y precisamente este año secunda la sublevación contra el monarca «cruel».

Independiente de este suceso, la situación de violencia era generalizada a la salida de años tan difíciles como los pasados.

En las Cortes de Valladolid del año anterior, los procuradores de las ciudades protestan ante el estado de violencia que campea en los reinos: ... Alo que me pedieron merçed porque en las comarcas de cada unna delas çibdades e villas e Ilugares de mi sennorio ... omes que non temieron a Dios nin a mi nin ala justiçia, ffeçieron muchos malefiçios asi de muertos de omes e quebrantamientos de eglesias e rrobos de caminos e furtos e prisiones e rrendiçiones de omes presos, commo de mugeres casadas e otras forttçadas, e aun en alguna comarca que entraron en la villa por çima del muro e çobaron lo que en ella avia e otros males muchos ... (Cortes de V. 1351-cap. 1, parágrafo 1).

Una larga, monótona y reiterativa serie de quejas sobre este estado de cosas, que parecen tener un carácter político y estructural más que sociológico.

Según Salustiano Moreta (6): ¿No constituirán -las malfetrías- una de las formas de manifestarse determinadas prácticas, de la clase feudal castellana en relación con las acciones-reacciones específicas en una coyuntura de crisis del sistema feudal, si por tal se entiende el paso de una tendencia de signo expansivo a otra de signo regresivo?

Continuando con el hilo de nuestras reflexiones, constatamos en el estudio de los precios algo ya en parte consabido, y ello es que existen notables diferencias regionales. Sobre esta base se ha trabajado y de este modo son los resultados. Quizás lo más destacable sea la diferencia que acusa Sevilla con respecto a su entorno inmediato, lo que denota ya una ciudad grande, con estructuras comerciales intermedias y ciertas dificultades en el aprovisionamiento que se traslucen este año de normalidad en su nivel de precios que la diferencian de su comarca proveedora.

En la meseta, los lugares localizados en las áreas de influencia económica de Burgos y Valladolid poseen mercados más surtidos, lo que no es de extrañar al estar en los aledaños de importantes vías de comunicación.

El nivel de los precios se desenvuelve en normalidad, dentro de una tónica de inflación, de lo que se infiere la bonanza de las cosechas inmediatas y del clima, así como el buen funcionamiento de los mercados que frecuentan.

Un suministro de alimentos normal, lugares que se constata que no se han despoblado en 1546 según el Repertorio ... de Juan de Villuga, hace que la sombra de la Peste Negra no la captemos, al menos aquí.

Mientras la década anterior registró una carestía de alimentos muy acusada, una climatología adversa que parece ser encadenada con otros fenómenos anteriores de igual índole, lleva a la sociedad castellana a extremos difíciles. La Peste Negra hace su aparición en 1348, lógicamente a través del Camino de Santiago y del puerto de Sevilla debiera haber penetrado con más celeridad. Estas cuentas no denotan alteraciones en el mercado que permitan entreverlo, como tampoco referencia directa alguna a ello. Sin embargo, dos años después, en 1354, llegado el otoño, puede asegurarse que la temida Peste ha hecho aparición en la Meseta, cuando no en Sevilla. Nuevamente Juan Rodriguez de Cuenca nos llega con su testimonio casi coetáneo: ... E porque entonces morian de pestilencia en todas las cibdades é villas é logares de aquellas comarcas, é porque la villa de Tordesiellas era pequeña, fue acordado que las vistas se ficiesen en Toro. (Sumario ... , págs. 63-64. ).

 

 

 

NOTAS

(1)  J. Valdeón Baruque. Aspectos de la crisis castellana en la 1a mitad del siglo XIV, en «Hispania», 29, 1969, págs. 5-24.

(2)  Mismo autor, La crisis del siglo XIV en Castilla, revisión del problema, Rev. Univ. de Madrid, 1979, págs. 170-171.

(3)  M.ª Desamparados Sánchez Villar, Desde Estella a Sevilla: Cuentas de un viaje (1352), Valencia 1962. Colec. textos Medievales 7. También Arch. Gen. de Navarra, Comptos-caja 11, núm. 134.

(4)  Miguel de Manuel Rodríguez, Memorias para la vida del Sto. Rey D. Fernando III. Madrid, 1800, págs. 223.

(5)  Alfonso X, Cantigas de Sta. María, ed. Real A. Esp., Madrid, 1889, págs. 524.

(6)  Salustiano Moreta Velayos, Malhechores feudales, Madrid, 1978, págs. 96.

 

 
 

DESDE ESTELLA A SEVILLA

 

HISTORIA 16 AÑO V,Nº. 45 ENERO 1980 PÁGS. 19-26

 

LUIS SERRANO-PIEDECASAS  
 
Universidad de Salamanca