Detalle HISTORIA DE DAVID.Miniatura de la Biblia  de la Colegiata de San Isidoro de León.

 

 

 

 

El período literario románico ocupa dos siglos el XI y el XII y podría alargarse hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, aunque en algunas artes pueda entrar más en el siglo XIII.

Fundamentalmente es un período literario con una doble vertiente popular y culta que se extiende por toda Europa con una extraordinaria igualdad debido a la comunidad lingüística -el latín hablado- y las órdenes religiosas, que ponían rápidamente en comunicación un país con otro, unas y otras culturas, lo que han hecho que un escritor francés diga refiriéndose a este momento: «cuando la ONU se llamaba cristiandad», lo cual no significa que no hubiera peculiaridades nacionales y aún regionales muy definidas. Lo popular es quizá lo que más nos interesa por varias razones: la primera porque es literatura oral que se transmite de boca en boca, a través de los siglos, sobrepasando el período en sí mismo y llegando a nuestro tiempo y la segunda porque esa tradicionalidad es la raíz de gran parte de nuestra literatura posterior: el romancero, la poesía lírica, el teatro nacional, etc. La literatura culta está representada fundamentalmente por las narraciones históricas en latín: generalmente son crónicas: Silense, Alfonso VII, Sampiro, el Codex Callistinus o la crónica de Compostela o libros de cuentos, Disciplina clericalis, etc., y algunos poemas como el Rodericus Campidoctoris, Poema de Almería, Descripción de Roncesvalles o de Sevilla.

No obstante el pueblo recibe también noticias cultas a través de una doble vertiente: la predicación y los medios visuales; la iglesia o la catedral con sus esculturas programadas por los cultos sacerdotes, con un valor simbólico y alegórico van imbuyendo al hombre medieval unas nociones artísticas, legendarias, históricas que representan de modo sensible el mundo del más allá -Pórtico de la Gloria-, las hazañas -capitel de Estella-, viejas leyendas - Sangüesa -, aspectos religiosos - sepulcro de Cristo en Silos-, fábulas - Fromista -, cuentos - Toro -, aspectos bíblicos - Ripoll-, y aún familiares - Toro -.

Precisamente aquí y ahora -en el siglo XII- se produce una influencia francesa a través del Camino de Santiago -ruta de peregrinación, de los nobles, el pueblo y los juglares­y de los monjes cluniacenses, como el obispo guerrero, don Jerónimo -compañero del Cid - y que alcanza su apogeo con el Obispo don Raimundo de Toledo, que crea las primeras escuelas de traductores de Toledo que tendrán una enorme influencia pues transmiten la más moderna ciencia que entonces podía soñar Europa.

El ser humano siente antes que hace y simultáneamente a su trabajo canta, pero su canción es breve, esquemática, primaria, sencilla, y generalmente, cuando está en grupo: coral.

La moza enamorada se pregunta preocupada:

¿ Qué faré mamma

meu'l habib es ad yana?

El pueblo angustiado recuerda a su peor enemigo y canta:

En Calatañazor

Perdió Almanzor

El atambor

en otras ocasiones se proyectará contra el pueblo que hiere su sentido religioso:

¡Eya velar, eya velar, eya velar!

Velat aljama de judios, eya velar,

que non vos furten el fijo díos, eya velar.

 

Ca furtárvoslo querrán, eya velar,

Andrés e Peidro e Johan, eya velar.

No sabedes tanto d'escanto, eya velar,

que ixcades de so el canto, eya velar.

 

Vuestra lengua tan palavrera, eya velar,

ha vos dado mala carrera, eya velar.

 

Vuestra lengua tan sin recabdo, eya velar,

por mal cabo vos ha echado, eya velar.

 

Todos son omnes plegadic;os, eya velar,

rioaduchos mescladiços, eya velar.

 

Non sabedes tanta raçón, eya velar,

que ixcades de la presón, eya velar.

 

El discípulo lo vendió, eya velar,

el maestro no I entendió, eya velar.

 

Don Thomaseio e Matheo, eya velar,

de furtarlo han gran deseo, eya velar.

 

Don Fhilipo, Simon e Judas, eya velar,

por furtarlo buscan ayudas, eya velar.

 

Si lo quieren acometer, eya velar,

hoy es día de parescer, eya velar.

 

o ensalza en corro a sus héroes predilectos a los que está agradecido.

Hacia el año 1042 tenemos noticias de las primeras canciones que se cantaban entre los mozárabes -cristianos que vivían entre los árabes conservando su religión, lengua y cultura -. Hay quien opinaba como el historiador francés Levi Provençal, que existían - documentadas - estas canciones con mucha anterioridad.

Estas canciones, llamadas jarchas, que han conservado grandes poetas hebreos y arábigo andaluces, hunden sus raíces en la más remota antigüedad en cuanto a su forma primitiva y sin duda fueron expresión de ideas primarias entre el pueblo, durante las faenas cotidianas, de la época latina decadente.

Al existir estos poemas en la época latina como nos recuerda San Isidoro al criticar los carmine turpie y amatoria se justifica la hermandad de la primitiva poesía romana -en lenguas derivadas del latín- en España: gallego, castellano, mozárabe y en otros lugares de Europa: Francia, Alemania, está en las llamadas canciones de tejedora o canciones femeninas.

Estos poemas hispánicos son la primera expresión de la poesía moderna en la Edad Media, anteriores a la poesía que hasta no hace muchos años se creía la más antigua: la provenzal. Todos estos poemas están puestos en boca de una doncella, como final de las moaxajas poemas árabes o hebreos que en el siglo X se crean en España teniendo como punto de arranque una estrofilla de dos, tres o cuatro versos y de carácter popular; sus temas son el dolor de la separación, el gozo del encuentro, angustia por la ausencia del amigo, espera anhelante, celos, quejas o dolor por la pérdida del amado.

Su simplicidad se asegura por la dinamicidad del verbo, escasez del adjetivo, la brevedad de la oración, la yuxtaposición y carencia de nexos sintácticos, de metáforas, la repetición enfática: albo diya este diya, el uso frecuente de las exclamaciones, interrogaciones e interjecciones, la utilización de arcaísmos evocadores y sugerentes, la mezcla de palabras romances y árabes, y la invariabilidad temática y lingüística, pues una misma jarcha se utiliza en el siglo XI-XII y en el XIII.

Bayse meu qorazon de mib

¡Ya Rabb si se me tornarad!

¡Tan mal me doled li-I-habib!

Enfermo ved: ¿kuand sanarad?

La sencillez y brevedad lírica, casi epigramática de esta poesía se ve concentrada - en su antigüedad - por formas paralelísticas como:

Si me kereses, ¡ya nomne bono!

si me kereses, darasme uno.

En este paralelismo, de remotísima antigüedad pues ya existe en la China antígua, en el Egipto faraónico, en el mundo clásico greco-Iatino y aún entre las tribus negras incultas de Africa, se basa también la cantiga gallego-portuguesa, sobre todo la cantiga de amigo, llamada así por ser canción puesta en boca de la doncella enamorada que canta a su amigo o novio, lo que en el mundo mozárabe se llama con término árabe: habib.

Ay ondas que vine a ver

¿no me sabríais decir

por qué se tarda mi amigo

sin mi?

Ondas que vine a mirar

¿no me sabríais contar

por qué se tarda mi amigo

sin mi?

Son poemas en que se dirige la enamorada a la madre, las hermanas, el mar, quejándose amorosamente y que dieron lugar a muchísimas canciones que han hecho de la Galicia medieval un centro poético-lírico de primerísima magnitud y cuya influencia se extendió por toda la España cristiana ya que los poetas burgaleses, sevillanos o de cualquier región, cantaban sus amores en lengua gallega, entre ellos quizá aquél «Gómez trovador» de finales del siglo XII. Los temas fundamentales son: la separación del amigo, la tardanza en llegar, la soledad de la enamorada, la contemplación del mar y el recuerdo del amado, la alegría de la próxima reunión en la romería, el grato recuerdo de la solitaria despedida, la añorante ansia del reencuentro, el baile bajo los avellanos, etc ...

¡Ay flores del verde pino!

¿Sabéis nuevas de mi amigo?

¡Ay Dios mío! ¿Dónde está?

¡Ay flores del verde ramo!

¿Sabéis nuevas de mi amado?

 ¡Ay Dios mío! ¿Dónde está? ...

La existencia de la influencia provenzal es clara a través de los muchos trovadores que por España anduvieron y, por otro lado la lengua española, o las estrofas hispánicas se utilizan también en Provenza como hicieron Raimbaut de Vaqueiras y Guillermo de Aquitania.

A la vez existía una forma particular, el villancico, en Castilla, del cual apenas quedan muestras de esa época primitiva, pero que se traslucen en épocas posteriores de la poesía de tipo tradicional castellana.

El villancico puede adoptar la forma hermana de la jarcha en su brevedad:

La niña que amores ha

¿cómo dormirá sola?

o la del zéjel, forma popular de la moaxaja, que tiene carácter coral por la repetición del estribillo:

En Avila, mis ojos,

dentro en Avila

En Avila del Río

mataron a mi amigo

 dentro en Avila.

o también la forma paralelística en que se funden lo lírico de la canción coral o de corro y lo épico del héroe popular como en el caso de este poema sobre Zurraquin:

Cantan de Roldán

cantan de Olivero

e non de Çorraquin

que fue buen caballero

Cantan de Olivero

cantan de Roldán

e non de Çorraquin

que fue buen barragán.

donde la vida hazañosa del héroe de frontera, protagonista épico, es cantada por el pueblo en sus canciones de corro y así se funden: hecho (épica), sentimiento (lírica) y la propia vida del héroe y del pueblo.

Pero la literatura oral no se acaba con la poesía lírica, intimista, expresión del sentimiento afectivo del poeta; existe otra, la poesía épica que canta lo que el poeta vé y admira, que tiene como fondo primario la hazaña guerrera y por eso tiene siempre un fondo histórico aunque rodeado de un mundo legendario que la hace más atractiva. Se divulga entre el pueblo como noticia, y noticia poética de las luchas de frontera con un fondo exaltador de los héroes y con un cierto valor propagandístico. Son los juglares que a modo de periodistas, antes de que exista el periodismo, cuentan y cantan improvisando - cada vez que cantan y cuentan una canción medio la representan - valiéndose de su memoria, y de pequeños procedimientos artísticos como las fórmulas, motivos y temas que les sacan del atolladero en la repetición del poema y aún le sirven para alargar o abreviar el poema según el público se sienta atraido o sea generoso en la paga, cuando el juglar entona su canción épica en la plaza del castillo o la del mercado o en la taberna.

Los juglares que viajan de España a Francia y viceversa a través del camino de Santiago traen y llevan temas legendarios que se plasman escultórica y poéticamente, en capiteles, portadas o poemas.

Esta poesía épica juglaresca que se produce desde el siglo VIII como consecuencia de la múltiple herencia hispánica y de los conflictos fronterizos: ibérica, latina, germánica y árabe da comienzo en los principios de la Reconquista con poemas llamados archuzas, entre los mozárabes, sobre la independencia de Orihuela -Poema de Todmir-, el rey godo don Rodrigo - Don Rodrigo y la pérdida de España-, o la batalla de Covadonga.

Pero aunque en todas las regiones cristianas hubo cantos épicos fue en Castilla donde - al parecer - estuvo más activa esta forma poética histórico-legendaria con poemas como Los siete infantes de Lara -sangriento drama familiar-, El cantar del Conde Fernán González - exaltación del particularismo castellano - o el Cantar de Sancho II - sobre las luchas castellano-Ieonesas y otras muchas. Pero sin duda, la obra maestra es el Poema de mío Cid, de él ha dicho un docto poeta norteamericano, Ezra Pound, que es el más hermoso y perfecto poema épico europeo de la Edad Media, quizá porque es el final de una tradición y en él se ha llegado a la perfección del estilo oral de manera absoluta.

 

El Poema de mío Cid es anónimo, no conocemos el nombre de su autor, y cuenta con caracteres novelescos episodios históricos de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar a quien por su valentía y poder los musulmanes llamaron Cid, es decir, mi señor.

Aunque el personaje y muchos de sus compañeros y episodios no son históricos, varios episodios sí lo son como el destierro y la conquista de algunos pueblos, Castejón o Alcocer, y su hazaña máxima, la Conquista de Valencia, pero otros no: las cortes que celebra Alfonso VI en Toledo, el matrimonio de sus hijas y hasta incluye episodios procedentes de cuentos, como el engaño de las arcas de arena a los judíos de Burgos, y aún episodios líricos, como el de la niña de nueve años o cantigas satíricas como la referente a Asur González. Pero si no es absolutamente histórico en sus episodios sí lo es en su espíritu al dejamos conocer el mundo social, histórico y político, los usos y costumbres de la época, el modo de luchar, el ajuar de la casa, las leyes que entonces imperaban y la forma de comportarse los hombres de la época.

Su argumento y estructura son muy sencillos: el rey Alfonso VI destierra al Cid y éste poco a poco se va engrandeciendo y conquistando pueblos hasta que llega a su culminación con la conquista de tan importante ciudad como Valencia, ha llegado a la cumbre de su honor y fortuna. En ese momento se plantea el matrimonio de sus hijas con los infantes de Carrión, nobles leoneses que se tienen en la más alta estima, pero que son cobardes y desprecian al Cid, a pesar de su fortuna, por su bajo origen nobiliario, es un humilde infanzón castellano.

Habiendo llegado el Cid al más alto punto heroico, los infantes de Carrión ofenden al Cid en lo que más ama: en sus hijas, a quienes éstos azotan y abandonan en el Robledal de Corpes, con lo cual parece haber decaído su honor.

Pide jurídicamente separación y se celebran unas supuestas cortes en Toledo en que el Cid reclama el dinero, las espadas Colada y Tizona, que había regalado a sus yernos, y la venganza. Luchan los partidarios del Cid contra los infantes de Carrión, les vencen, quedan infamados y el Cid acrecienta su honor hasta tal extremo que pedidas sus hijas por los infantes de Navarra y Aragón, el Cid emparienta con los Reyes españoles: « Hoy los reyes de España sos parientes son».

El poema está dividido en tres partes: El destierro, las Bodas y Corpes; sin duda el juglar, hombre sapiente en poesía, se basa en otras canciones épicas sobre el Cid y sus compañeros que se cantaban durante la vida de Rodriga Díaz y en el siglo XII; por ello don Anselmo Moreno, allá por los años veinte, y don Ramón Menéndez Pidal en 1963, han hablado de dos autores diferentes.

Su intencionalidad política está clara, la lucha entre los soberbios nobles leoneses y los populares héroes castellanos; los infantes de Carrión y sus partidarios contra el Cid y sus amigos castellanos, a quienes difaman y ofenden prevalidos de su nobleza y amistades en la Corte, hasta el extremo de hacer que el Cid sea desterrado.

Pero el Cid que no tiene las ideas de los cortesanos ni las del rey - que desea continuar la conquista hacia el sur y poner la frontera en el Guadiana o el Guadalquivir-, desea defender su Castilla de los invasores musulmanes y se dirige hacia el Este para conquistar Valencia, haciendo así imposible que entren los refuerzos musulmanes que vengan de Africa, en Castilla por la hoz del Duero.

La intencionalidad del poema está clara, un sentido propagandístico para reclutar hombres que luchen contra los musulmanes; por ello el pequeño y empobrecido ejército del Cid, formado por sus familiares se va aumentando a consecuencia de las pequeñas conquistas que producen rico botín que se reparte entre todos, aún el rey, a quién sobre todo respeta el Cid, cuando repite una y otra vez - «contra mio rey Alfons non querría lidiar» - y cuando repetidamente le hace participar del botín, hasta que éste le vuelve a su favor y le perdona.

Por otro lado se ha llamado poema de la honra, porque el Cid y sus hombres no sólo adquieren riquezas a través de la lucha, sino también adquieren fama y honra; repetidas veces se nos advierte no sólo cómo va creciendo la honra del Cid, sino también sus hombres; cuando ya conquistada Valencia se encuentran con que «los que fueron a pié caballeros se fazen», han conseguido mediante el valor y el esfuerzo heroico un nuevo estatus social, ya no son pecheros, ya no tienen que pagar tributos, han ascendido de categoría.

Se han valido de la lucha que el poeta anuncia fácil y feliz para los cristianos; gracias a la astucia y mesura del Cid hay millares de moros muertos a través de todo el Poema, pero cristianos apenas si llegan a dos docenas. Con esta facilidad para ennoblecerse y enriquecerse con poco peligro ¿quién no se alistaría en los ejércitos cristianos?

Cuando un rey como Alfonso VIII necesitara proclamar una Cruzada para luchar con los moros, estas admoniciones calarían muy hondo en el hombre del pueblo apegado a la tierra, para quien esa lucha alucinada de la frontera podía convertirle de la noche a la mañana - como más tarde a los conquistadores de América - en nobles y ricos por la repartición de las tierras conquistadas. Quizá por esto se escribiera el Poema y allá por los años anteriores a la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y quizá como nos advierte el mismo poema en 1207.

Pero el Poema de mio Cid no sólo tiene valores históricos y políticos, es ante todo, una obra de arte, un poema épico donde brillan las cualidades artísticas de su autor.

Ya la misma estructura nos advierte su raigambre popular al asemejarse a los cuentos tradicionales o a la vida del Rey David en la Biblia; pero además resaltan otros muchos aspectos.

Está escrito en versos irregulares, de diferente medida, para acomodarse a la canturia con que el juglar lo cantaba semirreprésentándolo; la estrofa es una tirada de versos indefinidos que se acomodaban a la perfección a la intencionalidad del autor de dar más o menos importancia a un episodio; la rima es asonante, y en algunas ocasiones hay rima interna, forma también la más simple para acercarse al hombre del pueblo.

Los personajes están perfectamente descritos: el Cid es bueno de toda bondad, los infantes malísimos, pero les vemos vivir y crecer en sus virtudes y vicios, y cómo tienen motivaciones que a través de la obra se nos va mostrando en acción, no porque nos lo diga el autor, sino porque actúan y al actuar vemos sus caracteres.

Si la descripción del paisaje es tópica y muy parca, el lugar donde abandonan a sus esposas los infantes se describe así:

Entrados son los infantes al robredo de Corpes,

los montes son altos, las ramas pujan con las nues,

e las bestias fieras andan aderredor.

Falaron un vergel con una limpia fuont

el paisaje de Valencia con su huerta, flores, perfumes y el mar visto por un castellano que por vez primera se asoma al Mediterráneo es todavía más parco:

ojos velidos catan a todas partes,

mirán Valencia commo yaze la çibdad

e del otra parte a ojo han el mar;

miran la huerta espessa es e grand;

alçan las manos por a Dios rogar

desta ganancia commo es buena e grand.

Pero en la descripción de las batallas hay un movimiento, una acción, un colorido, una rapidez y belleza extraordinarios, por ejemplo vemos al obispo don Jerónimo pedir las primeras heridas y cómo le chorrea la sangre por el asta y el codo:

la sangre el codo ayuso destellando

o el movimiento panorámico y parcial que en las series 35, 36, 37 en que se nos describe una batalla de forma dinámica y perfecta; o la astucia del Cid para conquistar Castejón, serie 93, sin arriesgar a sus hombres; o cómo ante los empavorecidos infantes y compañeros del Cid, éste domeña al león que se ha escapado (serie 112) o la evocación jurídica de unas cortes con su situación y movimiento, con sus valores simbólicos y fuertemente enraizados en el derecho medieval, sus discursos y réplicas hasta obtener la justicia pedida.

El movimiento dramático, casi de ballet, se puede observar en el episodio de los judíos burgaleses y el engaño de las arcas de arena (series 6-10).

Pero si pasamos a contemplar los epítetos, el Cid es «el que en buen ora nasco», «el que en buen ora cinxo espada», fórmulas poéticas que utiliza como loa el poeta; vemos en otras ocasiones la hipérbole con que el pueblo califica al héroe desterrado por el rey:

i Dios, que buen vassalo! ¡Si oviesse buen señor!

o el hieratismo que muestra el héroe al recibir la noticia de la ofensa de sus hijas

una grand ora penssó e comidio

o su devoción a la divinidad que como en todo el arte de la época se nos presenta como

el Criador con todos los sos santos.

El Cid es un héroe paradigmático, cristiano y europeo, convivible, hecho por el pueblo y para el pueblo, que no muestra exageraciones; sus hazañas son posibles, su religión coordinada con la época, cree en los agüeros y reza a la Virgen y al Criador con una enorme fe, «alço la mano diestra, la cara se santigua», no existe apenas lo maravilloso, y sus afectos familiares son hondos y profundos, cuando se despide en Cardeña de su mujer e hijas.

commo la uña de la carne ellos partidos son

El Poema del Cid al ensalzar al infanzón castellano ha creado una obra maestra de la literatura universal, porque ahondando en lo particular llegó al valor estético universal. Ha pervivido en la literatura española desde el siglo XIII al XX, en la poesía, la novela, el teatro y el cinematógrafo; todas las artes se han sentido atraídas, en todos los tiempos, por esta gran figura histórica y poética.                                                                                                           .

La Edad Media es profundamente teocéntrica, tiene como centro de toda la existencia a Dios, representado sobre todo por el Pantocrátor o Cristo en Majestad. En la tripartición de los estamentos: labradores, defensores o guerreros y oradores o sacerdotes, éstos llevan el estandarte de la cultura, y no se levanta una iglesia, no se talla una escultura, se pinta un cuadro o se escribe una obra sin su anuencia y dirección; todo adquiere un carácter simbólico que trasciende la vida celestial: así el gallo que corona la veleta simboliza la vigilancia del sacerdote; las columnas, los obispos; las vigas del techo, los príncipes; las tejas, los soldados cristianos; la planta en cruz de la iglesia, la cruz de Cristo; el templo está orientado de N. O. -las tinieblas- al S.E., oriente: Palestina, cuna del cristianismo de donde nos vino la luz de la fe, etc ...

De acuerdo con esta carácter general de la Iglesia, los sacerdotes, además de la predicación como elemento de difusión de la fe, crean una forma de propaganda eclesial: el teatro.

Partiendo de la muerte y resurrección de Cristo se crean pequeñas obras llamadas tropas - trocitos intercalados en la liturgia - que van exponiendo visual y tangiblemente la palabra evangélica. He aquí uno de esos ejemplos:

A quién buscais en el sepulcro, oh cristícolas

A Jesús Nazareno ¡oh celícolas!

No está aquí. Resucitó como profetizó.

Id y anunciad que ha resucitado.

Aleluya.

La misa que ya es un sacro y solemne espectáculo simbólico de la muerte de Jesús, es un buen marco y punto de partida para ello.

Esos pequeños tropas se van desarrollando en una doble vertiente: por un lado la que era solamente exposición doctrinal va adquiriendo carácter narrativo e histórico, y por otro el simple diálogo, para dar animación, va impregnándose de lo patético y dramático hasta culminar en la acción, creando ya los elementos fundamentales del teatro.

Además si en un principio eran actores, los sacerdotes, pronto intervienen los monaguillos, seglares y aún mujeres, se les da un refrigerio a los actuantes, se les paga el jornal perdido y finalmente se les paga por actuar: han nacido los actores.

Inicialmente estas obras se escriben en latín y se van desarrollando en su forma historial en latín y lenguas modernas mezcladas, para finalmente escribirse y representarse en lengua moderna.

La misma evolución se observa en el escenario, múltiple, es decir, todo el escenario se ve simultáneamente, en un solo plano, ya sea horizontal o vertical, y con un solo paso se transita de un lugar a otro: Camino - Palacio de Herodes en Jerusalem -, Portal de Belén, etc.; y al mismo tiempo el lugar de la representación pasa del presbiterio al coro, al atrio o a la calle.

El arte nos ha dejado muestras bien patentes de esta afición al teatro en la vela del sepulcro de Cristo en Silos, los peregrinos de Emaús con gorro judío y venera del peregrino, también en Silos, la ofrenda de los tres Reyes Magos en escultura y en pintura.

Y así a mediados del siglo XII se escribe por imitación francesa el Auto de los Reyes Magos, obra incompleta, sólo nos quedan 147 versos, y deben faltar muy pocos, que representan el encuentro y dudas de los tres magos, en visita a Herodes para informarse dónde ha nacido el Mesías, la cólera de Herodes que quiere saber y la disputa de los sabios que afirman unos y niegan otros la veracidad de las profecías.

Escrito posiblemente en Toledo, quizá por un gascón allí avecindado, es una imitación de otros textos franceses que corroboran aquella comunidad cultural europea -especialmente religiosa en las artes- que mencionábamos el principio.

Precisamente esta obra tan simple y sencilla anuncia ya algunos de los caracteres del teatro nacional español, fundamentalmente en cuanto al fondo los aspectos religiosos y en cuanto a la forma, la tendencia a la polimetría - utilización de diversos tipos de versos- que es una de las más acusadas características de nuestro teatro desde Lope de Vega en adelante, frente a la monometría del teatro francés, por ejemplo.

Los cultos escribían fundamentalmente en latín crónicas que si bien dejan traslucir el ambiente histórico-cultural: Crónica Compostelana, el socio-político: Crónica de Sahagún, el legendario: Crónica Najerense, son en general documentos más o menos imparciales sobre historia de España: Crónica de Sampiro, Crónica Silense, Crónica de Alfonso VII, o libros que narran ceremonias, cultos, propaganda, milagros o leyendas en torno a Santiago de Compostela como el Codex Calistinus.

Además los aspectos científicos de la escuela de traductores de Toledo que crea en el siglo XII el Obispo don Raimundo produce una enorme cantidad de obras científicas sobre: matemáticas, astronomía, astrología, ciencias naturales, medicina, filosofía, etc., que se difunden por toda Europa. Los árabes habían traducido las obras maestras griegas y ahora de los árabes, a través de España, pasarán a Europa, dando a ésta un nuevo sentido científico; por ello Renán dividirá la Edad Media en antes y después de Averroes, el traductor y comentador de Aristóteles, desconocido en el mundo culto europeo medieval.

Pero los árabes por intermedio de los judíos, conocedores del latín y del árabe, transportaban al mundo europeo el cuento. Ya era conocida la fábula, recuérdese el capitel de Fromista con la fábula del cuervo y el zorro, la ilustración de un Beato con la del zorro y el gallo, o el cuento del asno desrabado de la Colegiata de Toro. Sin embargo un judío, Mosé Sefardi, que al bautizarse recibe el nombre de Pedro Alfonso - por su padrino Alfonso el Batallador- escribe un libro, la Disciplina Clericalis o Enseñanza de Clérigos que contiene 34 cuentos que se difundieron rápidamente por Europa y dieron lugar a numerosas obras y bien pronto a través de las obras europeas se traducirán al castellano las obras que aquí habían nacido.

La prosa española nace también, aunque balbuceante, con el Líber Regum, especie de resumen histórico universal, genealógico y legendario escrito a principios del siglo XIII en la región navarro-aragonesa y la Facienda de Ultramar, resumen bíblico que podía servir de guía turística a los peregrinos de los Santos Lugares.

En esa especie de renacimiento cultural que existió en Europa durante el siglo XII, tuvo parte muy activa España, puente entre la cultura oriental y occidental.

 

 

 

Fotografías de C. Page

 
 

 

LITERATURA DE LA ÉPOCA ROMÁNICA

 

 

JOSE FRADEJAS LEBRERO

 

MINISTERIO DE CULTURA, ISBN.-84-500-2681-4 PAG.49-67, 1978