Ilustración para la obra de Leopoldo Alas 'Clarín, "¡Adios cordera!", del artista ovetense Fermín Santos de "Ediciones de obra gráfica PATA NEGRA"

 

 

 

 

 

A) Introducción.

B) Estructura.

I.- Pasión y muerte de la Cordera (1-367).

I.1.-Presentación. Situación inicial satisfactoria. La apacible vida de Rosa, Pinín y la Cordera en el “prao” Somonte (1-183).

I.2.-Nudo (I). Ruptura catastrófica de la situación inicial. Los problemas económicos de Antón de Chinta, el padre (184-259).

I.3.-Nudo (II)  Se agrava la ruptura catastrófica de la situación inicial. La venta de la Cordera (260-338).

─ Jueves de la semana siguiente.

─ Sábado.

─ Del domingo a la mañana del viernes de la “semana santa” siguiente.

─ El atardecer del viernes.

I.4.- Desenlace (I). Se consuma la ruptura catastrófica de la situación inicial. Rosa y Pinín se despiden definitivamente de la Cordera (339-367).

─ El sábado de la despedida definitiva.

II.-Desenlace (II). Pasión y muerte de Pinín, reproducción casi exacta de las de la Cordera (368-417).

II.1.- Pinín tiene que ir a la guerra (368-372).

II.2.- Rosa despide para siempre a Pinín (373-417).

─ Rosa en Somonte.

─ Pinín en el tren.

C) Comentarios.

1.- Una lectura política del texto.

2.- Paralelismos textuales entre la despedida de la Cordera y la de Pinín.

 

 

 

A) Introducción.

 

Clarín es con Galdós el mejor de los escritores del Realismo español porque tiene una gran agudeza como psicólogo, no sólo de las personas sino también de los animales y de las cosas; es un magistral sociólogo que conoce como nadie a la sociedad que describe, y hace unas maravillosas fotografías  del escenario en el que se mueven, existen y son sus personajes.

Puede que por todo ello sea ¡Adiós, “Cordera” el mejor de los “cuentos”— de los relatos cortos— del Realismo español.

¡Adiós, Cordera! Se publica en El Liberal el 27 de julio de 1892. Y al año siguiente en El Señor y lo demás son cuentos, M. Fernández Lasanta, Madrid s.a., ps. 47-67.

En este curioso país en el que, como decía asustado el bueno de Julián Marías, cualquiera tiene  la osadía de negar lo evidente, cada cual cuenta la Historia como le conviene y por ello nadie me va a creer  si digo que yo me encontré en Manjarrés—en Manjarrés se leía— en la década de los 50 una edición para jóvenes lectores, pero integra, de ¡Adiós, Cordera!

A mis 10 u 11 años lo que me quedó de su lectura fue la tristeza de la historia que cuenta.

Hoy la considero una obra maestra y un texto político que  refleja bien la trágica historia de la España del s. XIX, incapaz de afianzar el liberalismo político y su inseparable otra cara, el liberalismo económico o sano capitalismo.

España no llegó a ser liberal nunca y se industrializó tarde y mal, entretenida como estuvo en una feroz Guerra de la Independencia, la primera de nuestras guerras civiles de la época contemporánea, a la que siguieron:

·                    La Independencia de Iberoamérica, de la que no se repuso,

·                    Dos reinados nefastos, el de Fernando VII y el de su hija Isabel II,

·                    Tres desalmadas Guerras Carlitas,

·                    Tres no menos atroces Guerras en Cuba,

·                    La Revolución de 1868,

·                    Un Sexenio Revolucionario que casi desintegró la nación,

·                    Y una Primera República con 4 presidentes en 11 meses de vida.

Entre 1875 y 1902, reinado de Alfonso XII y regencia de María Cristina, transcurre La Restauración, un periodo de un cuarto de siglo en el que no se pudo adelantar el atraso de un siglo entero y en el que de ninguna manera se desarraigó la ancestral mentalidad de que en España sólo trabajan los tontos y de que lo ideal aquí es vivir como reyes a costa de los demás.

Ese era el cáncer nacional, denunciado  en 1892 por nuestro texto, y lo sigue siendo ahora mismo. Esa es la verdadera crisis.

 

B) Estructura.

 

El texto está dividido originalmente en cinco partes por unos estrechos, pero suficientes, espacios en blanco. Las 4 primeras componen la “Pasión y Muerte de la Cordera”, ocupando una “la presentación”, dos “el nudo” y una cuarta “el desenlace”.

Si aplicamos al texto el esquema de Propp, comprobamos que “la presentación” es la descripción de la satisfactoria “situación inicial”, en “el nudo” está “la ruptura de la situación inicial” y, en vez de la aparición del héroe salvador, lo que se da aquí es el agravamiento de esa ruptura; y en “el desenlace” lo que se afianza es la ruptura catastrófica para siempre de la situación inicial.

La quinta parte es un nuevo desenlace catastrófico, semejante en casi todo, también en el relato, al primero. Se trata del segundo capítulo de los dos únicos que tiene el texto: el capítulo de la Pasión y muerte de Pinín, ¡Adiós, “Cordera”! es el relato de dos “semanas santas”, de dos “pasiones y muertes” gemelas y paralelas, separadas tan sólo por el espacio temporal de un poco más de una década: la Pasión y muerte de La Cordera que preanuncia, que es la precursora, de la que de verdad es la importante: la Pasión y muerte de Pinín, 

¡Adiós, “Cordera”! presenta en sus dos únicos capítulos una gradación ascendente cuyo primer peldaño es el aciago destino de la Cordera y cuyo segundo, y culminación, es la igual de fatal suerte de Pinín.

El guión de ambas tragedias es el mismo. Las dos están “escritas” (previstas fatalmente)  de la misma manera (“Liber scriptus proferetur in quo totum continetur…”) y de la misma manera relatadas por Clarín, aunque en la segunda, una vez desarrollada con todo detalle la primera, se concentra únicamente en el momento culminante.

Las dos tienen una única “dolorosa”, una única “virgen de la soledad o de las angustias”: la primero niña y luego joven, Rosa. Es como si Rosa, al estilo de la celebérrima elegía de Ovidio, Tristezas, I, 3, ya traducida y analizada por mí en este mismo portal, nos contará en tercera persona  las dos dolorosas despedidas que tuvo que hacerles a sus seres más queridos, primero a la Cordera y luego a Pinín.

Clarín escribe en ¡Adiós, “Cordera”! un texto ortodoxamente “naturalista”. Dado el ambiente, el medio, la organización social, la superestructura, en que a la Cordera y a Pinín les ha tocado vivir, su final no puede ser otro que el que inexorablemente tienen. Rosa les sobrevive como doloroso testigo y testimonio de que nada, tampoco en el futuro, va a cambiar.

Clarín, de acuerdo con la visión religioso-política de la Institución Libre de Enseñanza, está pidiendo a gritos en este relato breve  el cambio radical de la muy injusta sociedad española de su tiempo y del nuestro.

Vista con detalle la arquitectura del texto quedaría así: [1]

 

I.- Pasión y muerte de la Cordera (1-367).

 

I.1.-Presentación. Situación inicial satisfactoria. La apacible vida de Rosa, Pinín y la Cordera en el “prao” Somonte (1-183).

 

Presentación de los protagonistas. Los tres forman una unidad indivisible (1-2).

─ Presentación del escenario: El “prao”[2] Somonte[3] (3-7a).

─ El poste del telégrafo[4] (7b-11a). 

─ Relación de Pinín[5] con el poste del telégrafo (11b-23).

Relación de Rosa con el poste del telégrafo (24- 39).

Relación de la Cordera[6] con el poste del telégrafo (40-46a).

─ El carácter[7]—la psicología[8]— de la Cordera (46b-73).

─ Relación de la Cordera[9] con el ferrocarril[10] (74-88).

Relación de Pinín y de Rosa con el ferrocarril (89-99).

La convivencia idílica de los 4 personajes: Rosa, Pinín, la Cordera y el “prao” Soomonte (100-121).

─ Los mutuos “amores”[11] entre Rosa y Pinín; entre ambos y la Cordera y viceversa (122- 176).

La Cordera en el trabajo daba muestras de tener buena pasta de vaca sufrida (177-183).

 

I.2.-Nudo (I). Ruptura catastrófica de la situación inicial. Los problemas económicos de Antón de Chinta, el padre (184-259).

 

─ Antón de Chinta[12] es un rentero literalmente asfixiado por los atrasos que le debe a un amo, rentista[13] inflexible como muchos otros, que vive en la ciudad a cuerpo de rey a costa del sudor y las lagrimas de sus arrendatarios (184-194a).

Para pagar las deudas, se ve obligado a vender la ya vieja Cordera que es la única madre-abuela que sus hijos han conocido (194b-208).

Un sábado de julio pone la Cordera en venta sin las mínimas ganas de que tal operación se lleve a cabo, y, naturalmente, así sucede (209-259).

 

I.3.-Nudo (II) Se agrava la ruptura catastrófica de la situación inicial. La venta de la Cordera (260-338).  

 

─ El padre hace lo posible para que los hijos no se den cuenta de la situación, pero los chiquillos adivinan en seguida el peligro (260-261a).

 

Jueves de la semana siguiente.

·         La visita del mayordomo[14] del amo (261b-266).

·         La decisión de Antón de Chinta (267-269).

 

Sábado.

·         En el ferial (270-274a).

·         La vuelta a casa (274b-284).

 

Del domingo a la mañana del viernes de la “semana santa” siguiente.

·         Ambiente general (285- 286a).

·         Comportamiento impasible de la Cordera (286b-290a).

·         Comportamiento de Rosa y de Pinín: desolación y rencor hacia el ferrocarril y el telégrafo, los símbolos de un mundo desconocido, pero que les arrebataba lo que más amaban, su Cordera (290b-295)

 

El atardecer del viernes.

·         Llega el encargado del comprador (296-297a).

·         Ejecución del trato (297b-299a).

·         Actuación de Antón (299b- 310a).

·         Actuación de los niños (310b-314a).

·         La despedida (314b-316a).

·         Antón se retira (316b-318a).

·         Los niños siguen a la vaca (318b-326).

·         El último dialogo (327-338).

 

I.4.- Desenlace (I). Se consuma la ruptura catastrófica de la situación inicial. Rosa y Pinín se despiden definitivamente de la Cordera (339-367).

 

El sábado de la despedida definitiva.

·         La llegada a Somonte (339-343).

·         El paso del tren (344-350).

·         Reflexión[15] de Pinín (351-359).

·         La soledad y el desamparo de los dos niños. El rencor de su mirada reafirma la interpretación política de Pinín de lo que les está ocurriendo (360-367).

 

II.-Desenlace (II). Pasión y muerte de Pinín, reproducción casi exacta de las de la Cordera (368-417).

 

II.1.- Pinín tiene que ir a la guerra[16] (368-372).

 

II.2.- Rosa despide para siempre a Pinín (373-417).

 

Rosa en Somonte.

·         Rosa sola en Somonte (373-376a).

Pinín en el tren.

·         El diálogo entre los dos hermanos (376b-392).

·         La reflexión de Rosa (393-397).

·         La soledad de Rosa. Rosa, con el poste del telégrafo, repite el comportamiento que tenía cuando era niña. Ahora sí entiende lo que dicen las vibraciones de los cables del telégrafo (398-417).

 

C) Comentarios.

 

1.- Una lectura política del texto.

 

Clarín critica la Revolución Industrial, tal como, según él (institucionista [ILE]), se está haciendo en España:

A espaldas de la mayoría de la población que en el mundo rural se sienten avasallados por unos adelantos maravillosos que ellos no pueden utilizar y de los que sólo obtienen perjuicios.

Con una sociedad estamental (sociedad dividida drásticamente en clases minoritarias, privilegiadas y parásitas y clases mayoritarias no privilegiadas y productivas, pero explotadas por las clases parásitas) que se mantiene intacta.

Y, lo que es más grave,

Cuando la defensa, hecha por el liberalismo, de la propiedad privada (y de los beneficios que al propietario le comporta) no va acompañada, por ejemplo, ni del amor que todos le deben tener al trabajo, ni de la función social que toda propiedad debe cumplir, ni del convencimiento de la natural igualdad de todos, y mucho menos de la evidente obligación que todos tenemos de buscar, en todas nuestras acciones, el bien común.

Por ello, la Revolución Industrial, en vez de elevar el nivel de vida de todos, sólo eleva el de unos pocos, no trabajadores, no productivos, que viven cada día mejor a base de imponer mayores exacciones a los arrendatarios de unas tierras en las que ellos no invierten un sólo céntimo y obstaculizan con sus rentas desproporcionadas que los arrendatarios puedan hacerlo.

El campesino que quiere huir de tamaña esclavitud lo tiene que hacer emigrando a tierras en las que el liberalismo político y económico está plenamente vigente. Pero cuando ha hecho su capital, vuelve a su tierra a vivir de las rentas.

Es una Revolución Industrial en la que el liberalismo económico y político brillan por su ausencia. Todo el problema radica en saber si Clarín dice la verdad de lo que sucede. ¿Fracasó el liberalismo Español?

Curiosamente Miguel Delibes, en más de una de sus novelas, llegó también a la conclusión de que la modernización, en la forma en la que se estaba haciendo en España, al mundo rural castellano, nada bueno le ofrecía  como alternativa ventajosa.

 

2.- Paralelismos textuales entre la despedida de la Cordera y la de Pinín.

 

       Rosa y Pinín despiden a la Cordera                                           Rosa, sola, despide a Pinín años después

 

El viernes, al oscurecer, fue la despedida. Vino un encargado del rematante de Castilla por la res. [...]

 

Al día siguiente, muy temprano, a la hora de siempre, Pinín y Rosa fueron al prao Somonte. Aquella soledad no lo había sido nunca para ellos hasta aquel día. El Somonte sin la Cordera parecía desierto. De repente silbó la máquina, apareció el humo, luego el tren.

 

Pasaron muchos años. Pinín se hizo mozo y se lo llevó el rey. Ardía la guerra carlista. Antón de Chinta era casero de un cacique de los vencidos; no hubo influencia para declarar inútil a Pinín, que, por ser, era como un roble.

Y una tarde triste de octubre, Rosa, en el prao Somonte, sola, esperaba el paso del tren correo de Gijón, que le llevaba a sus únicos amores: su hermano. Silbó a lo lejos la máquina, apareció el tren en la trinchera, pasó como un relámpago.

 

   

En un furgón cerrado, en unas estrechas ventanas altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos cabezas de vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces.

-¡Adiós, Cordera! -gritó Rosa, adivinando allí a su amiga, a la vaca abuela.

-¡Adiós, Cordera! -vociferó Pinín con la misma fe, enseñando los puños al tren, que volaba camino de Castilla.

Y, llorando, repetía el rapaz, más enterado que su hermana de las picardías del mundo:

-La llevan al Matadero... Carne de vaca, para comer los señores, los curas... los indianos.

-¡Adiós, Cordera!

-¡Adiós, Cordera!

{–– ¡Adiós, Cordera!––gritaba Rosa deshecha en llanto–– ¡Adiós, Cordera de mío alma!}

 

Rosa, casi metida por las ruedas, pudo ver un instante, en un coche de tercera, multitud de cabezas de pobres quintos que gritaban, gesticulaban, saludando a los árboles, al suelo, a los campos, a toda la patria familiar, a la pequeña, que dejaban para ir a morir en las luchas fratricidas de la patria grande, al servicio de un rey y de unas ideas que no conocían.

Pinín, con medio cuerpo fuera de una ventanilla, tendió los brazos a su hermana; casi se tocaron. Y Rosa pudo oír entre el estrépito de las ruedas y la gritería de los reclutas la voz distinta de su hermano, que sollozaba exclamando, COMO INSPIRADO POR UN RECUERDODE DOLOR LEJANO:

–– ¡Adiós, Rosa!... ¡Adiós, Cordera!

–– ¡Adiós, Pinín! ¡Pinín de mío alma!...

 

   

[Y, llorando, repetía el rapaz, más enterado que su hermana de las picardías del mundo:

-La llevan al Matadero... Carne de vaca, para comer los señores, los curas... los indianos.]

 

“ALLÁ IBA, COMO LA OTRA, COMO LA VACA ABUELA. Se lo llevaba el mundo. Carne de vaca para los glotones, para los indianos; carne de su alma, carne de cañón para las locuras del mundo, para las ambiciones ajenas”

   

{Caía la noche; por la calleja oscura, que hacían casi negra los altos setos, formando casi bóveda, se perdió el bulto de la Cordera, que parecía negra de lejos. Después no quedó de ella más que el tintán pausado de la esquila, desvanecido con la distancia, entre los chirridos melancólicos de cigarras infinitas.

 –– ¡Adiós, Cordera!––...

––Adiós ––contestó por último, a su modo, la esquila, perdiéndose su lamento triste, resignado, entre los demás sonidos de la noche de julio de la aldea...}

 

Entre confusiones de dolor y de ideas, pensaba así la pobre hermana viendo el tren perderse a lo lejos, silbando triste, con silbidos que repercutían los castaños, las vegas y los peñascos...

   

[Al día siguiente, muy temprano, a la hora de siempre, Pinín y Rosa fueron al prao Somonte. Aquella soledad no lo había sido nunca para ellos hasta aquel día.]

 

–– ¡Adiós, Cordera!

 –– ¡Adiós, Cordera!

 

¡Qué sola se quedaba! Ahora sí, ahora sí que era un desierto el prao Somonte.

–– ¡Adiós, Pinín! ¡Adiós, Cordera!

 

   

Y Rosa y Pinín miraban con rencor la vía, el telégrafo, los símbolos de aquel mundo enemigo que les arrebataba, que les devoraba a su compañera de tantas soledades, de tantas ternuras silenciosas, para sus apetitos, para convertirla en manjares de ricos glotones...

Con qué odio miraba Rosa la vía manchada de carbones apagados; con qué ira los alambres del telégrafo.

¡Oh! Bien hacía la cordera en no acercarse. Aquello era el mundo, lo desconocido, que se lo llevaba todo.

 

   

{Uno de sus ángulos...lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista...representaba para Rosa y Pinín el ancho mundo desconocido, misterioso y terrible, eternamente ignorado...

Rosa... se contentaba con arrimar el oído al palo del telégrafo, y ... pasaba escuchando los formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en contacto con el alambre...Su interés estaba en el ruido por el ruido mismo, por su timbre y su misterio....

La Cordera...se abstenía de toda comunicación con el mundo civilizado y miraba de lejos el palo del telégrafo...como cosa... inútil, que no le servía siquiera para rascarse...}

 

Y sin pensarlo Rosa apoyó la cabeza sobre el palo clavado como un pendón en la punta del Somonte. El viento cantaba en las entrañas del pino seco su canción metálica. Ahora ya lo comprendía Rosa. Era canción de lagrimas, de abandono de soledad, de muerte.

En las vibraciones rápidas, como quejidos, creía oír, muy lejana, la voz que sollozaba por la vía adelante:

 

 

[¡Oh! Bien hacía la cordera en no acercarse.]

   

–– ¡Adiós, Cordera!...

–– ¡Adiós, Cordera!...

 

–– ¡Adiós, Rosa! ¡Adiós, Cordera!

 
 

 

NOTAS

[1] Los números que van entre paréntesis remiten a las líneas del texto tal y como ha sido editado por Antonio Ferraz Martínez en Leopoldo Alas “Clarín”, Cuentos, Biblioteca Didáctica Anaya, nº 4, Grupo Anaya, Madrid, 1985, ps. 27- 43.

El texto y comentario que aconsejo es: Leopoldo Alas “Clarín”, Cuentos, Edición de Ángeles Ezama, Estudio preliminar de Gonzalo Sobejano, Biblioteca Clásica, nº 110, Crítica, Barcelona, 1997.

 

[2] Prao, forma en bable de “prado”.

 

[3] Somonte, en el concejo de Gijón (Asturias).

 

[4] Entre 1850  y 1857 se instala en la zona el telégrafo eléctrico.

 

[5] Pinín, diminutivo en bable de Pin, José.

 

[6] ¡Adiós, ”Cordera”! es un relato simbólico: Cordera = “Como cordero llevado al matadero*...” = Pinín. “ Cordera” hace referencia propiamente a Jeremías, 11, 19: “Yo, como cordero manso llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que tramaban contra mí…” También Isaías, 53, 7.

También al Cordero Pascual degollado para salvar a los  suyos.

 

[7]Carácter.  6. m. Conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar, de las demás. El carácter español. El carácter insufrible de Fulano.”  Diccionario de la Lengua Española - Vigésima segunda edición.RAE.

 

[8] La Cordera es humanizada por Clarín y vista como la tercera persona dentro de la trinidad, del triángulo, indivisible de Rosa, Pinín y la Cordera: “Eran tres: ¡siempre los tres! Rosa, Pinín y la Cordera.”(1-2).

“Era una vaca que había vivido mucho. Sentada horas y horas, pues, experta en pastos, sabía aprovechar el tiempo, meditaba más que comía, gozaba del placer de vivir en paz, bajo el cielo gris y tranquilo de su tierra, como quien alimenta el alma, que también tienen los brutos; y si no fuera profanación, podría decirse que los pensamientos de la vaca matrona, llena de experiencia, debían de parecerse todo lo posible a las más sosegadas y doctrinales odas de Horacio.” (46b-55).

La Cordera se comporta con sus dos pequeños pastorcillos como una abuela-madre, mejor, como un amoroso dios providente encarnado en vaca: “Rosa y Pinín, en tal conflicto, siempre estaban de parte de la Cordera, y en cuanto había ocasión, a escondidas, soltaban el recental, que, ciego y como loco, a testaradas contra todo, corría a buscar el amparo de la madre, que le albergaba bajo su vientre, volviendo la cabeza agradecida y solícita, diciendo, a su manera:

-Dejad a los niños y a los recentales que vengan a mí” [ paráfrasis de Mateo, 19, 13-14] (166b-174).

También el prao Somonte, el escenario natural que acogía la actividad habitual de esta Trinidad Terrenal, era triangular antes de que lo mutilase el ferrocarril y lo profanase el poste del telégrafo que lo acompañaba: “El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de hierro de Oviedo a Gijón. Un palo del telégrafo, plantado allí como pendón de conquista…” (3-8).

 

[9] El comportamiento de la Cordera ante el paso del tren recuerda mucho el de las ranas, descrito en la fábula de Esopo “Las ranas pidiendo rey”, muy bien recreada por Samaniego en estos bien conocidos versos:

……………………….

Conoce el dios la súplica importuna,

Y arroja un Rey de palo a la laguna:

Debió de ser sin duda buen pedazo,

Pues dio su majestad tan gran porrazo,

Que el ruido atemoriza al reino todo;

Cada cual se zambulle en agua o lodo,

Y quedan en silencio tan profundo

Cual si no hubiese ranas en el mundo.

Una de ellas asoma la cabeza,

Y viendo a la real pieza,

Publica que el monarca es un zoquete.

Congrégase la turba, y por juguete

Lo desprecian, lo ensucian con el cieno,

Y piden otro Rey, que aquél no es bueno.

………………

[10] El ferrocarril de Sama de Langreo a Gijón se inauguró en 1855.

 

[11] Clarín, sin citarlo, nos hace recordar el viejo y escarmentado refrán: “Obras son amores, que no buenas razones”.

 

[12] Antón de Chinta, Antón el de la Jacinta. La Jacinta era su mujer y madre de Rosa y de Pinín.

 

[13] ¡Adiós, “Cordera”! es un texto indudablemente  político. Clarín denuncia en él que, a diferencia de lo que pasó en Inglaterra, la Revolución Industrial, cuyos símbolos  son el ferrocarril y el telégrafo, en absoluto ha llegado al mundo campesino. En él, a los señores feudales, laicos o religiosos, les ha sucedido una burguesía, “sui generis”,  que vive sin dar ni golpe en la ciudad gracias a poder explotar, con excesivas rentas, a sus colonos, sin invertir ni un céntimo de ellas en la mejora de sus propiedades.

En España no ha habido nunca un verdadero capitalismo. Nunca se ha interrumpido la explotación salvaje de los eternos “siervos de la gleba”. Eso Clarín lo deja muy clarito.

 

[14] Ángeles Ezama, en la nota 28 de su edición, inserta el siguiente muy esclarecedor texto de “Su único hijo”:

“[El mayordomo] Lobato, un ex cabecilla carlista, era un lobo mestizo de zorro; hablaba con dificultad, leía deletreando y escribía de modo que, en caso de convenirle,podía negar que aquello fueran letras…; y él era el dueño de la comarca por la política, por la usura y por las trampas a que obligaba a los jueces de paz y a los pedáneos su influencia personal. Neponuceno le había escogido porque sólo un hombre como Lobato, que era el terror del concejo, podía cobrar las rentas de aquellos caseros, que solían recibir a pedradas y a tiros a los comisionados de apremios, a los alguaciles y a los mayordomos.”

Clarín, Su único hijo, 309-310.  En Clarín, Cuentos, Crítica, 1997, p.230. n. 28.

 

[15] Pinín, con su gesto (“enseñando los puños al tren”. Enseñar el puño cerrado empezará pronto a tener un claro significado político) y con sus palabras (“-La llevan al Matadero... Carne de vaca, para comer los señores, los curas... los indianos.”) hace una correcta interpretación política de lo que está ocurriendo.

 

[16] Se trata de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876).  Pinín no puede pagarse la redención en metálico que le exima del cumplimiento del servicio militar.

 

 

 
 

 

 

 

 

Leopoldo Alas 'Clarín', “¡Adiós, Cordera!”.
Estructura y comentario,

 

Antonino M. Pérez Rodríguez