Rosetón de 16 lóbulos del Monasterio de las Huelgas en Burgos.

 

 

 


 

En la mayor parte de la Europa occidental, caracterizó el siglo XII un despertar cultural. Este resurgimiento se manifestó en la fundación de las primeras universidades, la expansión de los núcleos urbanos y del comercio, y el nuevo cultivo de las letras por las clases nobiliarias. Sin embargo, debido a los disturbios internos que sufrieron los reinos hispanos durante éste período, este renacimiento cultural no brotaría en la Península Ibérica hasta unos cien años más tarde. Tanto las guerras contra el Islam como las intrigas y las contiendas civiles retardaron el desarrollo artístico y literario. En Castilla, el florecimiento intelectual del siglo XIII coincidió con la reanudación de la Reconquista. Esta empresa, que había avanzado poco desde la toma de Toledo en 1085, llegó a un punto decisivo en 1212 con la victoria de los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa. Ya para mediados del siglo XIII, casi todas las ciudades principales de Andalucía, con la excepción de Granada, se hallaban bajo el dominio de los castellanos. La prosperidad que procedió de la extensión territorial de los cristianos dio paso a un clima de mayor refinamiento que fomentaría la evolución de la literatura culta.

Esta renovación intelectual inició una amplia producción de poesía erudita que se originó principalmente en los monasterios de Castilla. El «mester de clerecía», consta de obras compuestas por clérigos cuyo propósito era difundir la literatura culta al pueblo. El rasgo más notable de estos poemas narrativos es la utilización de la «cuaderna vía», una forma métrica que consta de estrofas de cuatro versos alejandrinos, con una cesura (pausa) en el medio, y una sola rima consonante. Estas obras se destinaban a la recitación pública, y la regularidad estilística de la cuaderna vía probablemente proporcionó un vehículo que mantenía la atención del auditorio con gran eficacia. Por lo general, los argumentos de los poemas se derivaban de la Biblia, las vidas de los santos, las narraciones piadosas, y los relatos fabulosos de la antigüedad clásica. Las leyendas heroicas también podían convertirse en poesía culta; como ya hemos visto, el Poema de Fernán González es tal vez una reelaboración en cuaderna vía de una epopeya.

Los poemas más importantes en cuaderna vía son las composiciones religiosas de Gonzalo de Berceo, el primer poeta español de nombre conocido. Tenemos pocos datos sobre la vida de este clérigo. Nació probablemente hacia fines del siglo XII en Berceo, un pueblo de la Rioja. Pasó la mayor parte de su vida en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla donde ocupó un puesto secular de tipo administrativo. Hacia 1230 Berceo comenzó a escribir poemas que trataban, en su conjunto, los temas principales de la cultura piadosa de este tiempo: la hagiografía, la devoción mariana y los asuntos bíblicos y litúrgicos. Debió morir ya viejo; a mediados del siglo XIII su nombre aún se menciona en documentos del monasterio.

Aunque los detalles biográficos que tenemos sobre Berceo son escasos, sus versos iluminan la personalidad de este clérigo hábil en la adaptación de las historias sacras a la comprensión de un auditorio iletrado. Se destaca en su poesía un notable esfuerzo por enlazar con sus oyentes, identificándose como un miembro de la comunidad rural en que vivía. La utilización de la primera persona tan frecuente en los poemas de Berceo habría convenido al fin pedagógico del clérigo; la expresión de una afinidad con el público le servía para captar su interés y simpatía. Hay que señalar también el sentimiento popular evidente en el lenguaje de Berceo: las imágenes y las alusiones a la vida campestre, la llaneza de las expresiones, la reiteración de voces dialectales y los proverbios derivados del habla cotidiana. Recurriendo a un estilo familiar, el poeta se empeñó en manipular las emociones de sus oyentes contrastando la bajeza de la vida terrestre con la perfección de Dios. Se halla igualmente en la poesía de Berceo un esfuerzo por evitar la monotonía tan frecuente en la literatura piadosa mediante la inclusión de elementos humorísticos y detalles realistas.

Al componer sus versos, Berceo se apoyó en los tres modelos que habría tenido a su disposición como clérigo: el sermón popular, los procedimientos de la retórica medieval y la tradición juglaresca. La influencia de la técnica sermonística se evidencia en la estrategia de combinar el mensaje didáctico con la diversión. Berceo se valió de una táctica característica de los predicadores de este período al recurrir a los exempla, cuentos ilustrativos, para enseñar la doctrina de una manera que deleitara a la congregación. Estos relatos se derivaban de la Biblia, las leyendas de los santos, el folklore e, incluso, de las experiencias personales del orador. La estructura y el enfoque narrativo de los poemas de Berceo debieron de basarse en los mismos métodos que los clérigos empleaban en el pulpito.

La retórica, las reglas formales que habían sido elaboradas por los escritores clásicos del latín, tuvo un impacto enorme en la mentalidad literaria de la Edad Media. Se trataba, ante todo, del arte de la persuasión mediante el uso de estructuras sintácticas, combinaciones sonoras, y convenciones temáticas que agradaban al público. Las construcciones parejas y las repeticiones que surgen en los versos de Berceo son recursos estilísticos recomendados en los manuales de retórica medievales. Hay que señalar igualmente la tendencia a la amplificación; la expresión retórica se daba más a la expansión temática y a la división equilibrada del relato que a la brevedad. De la misma manera, la insistencia del poeta en la fidelidad de su obra al texto escrito y sus proclamaciones de humildad son lugares comunes de esta tradición.

La poesía popular que se recitaba durante este período en las plazas públicas también dejó sus huellas en la obra de Berceo. Como los juglares, los predicadores tenían la necesidad de adaptar su discurso a las exigencias de la presentación oral para mantener el interés de sus oyentes. Se halla en los poemas narrativos de Berceo un recurso a las expresiones formularias de la literatura juglaresca. Esta táctica le habría servido al poeta para reforzar el contenido de sus obras de una manera que incitara una respuesta emotiva del público. En uno de los poemas hagiográficos de Berceo, la Vida de San Millán, la influencia de la poesía popular se manifiesta, incluso, temáticamente en la representación del santo como héroe militar.

De acuerdo con el idealismo que caracterizaba la percepción medieval de la individualidad, los poemas hagiográficos de Berceo presentan la biografía de cada santo con el fin de ejemplificar las virtudes cristianas. La mentalidad de este período tendía a un enfoque en lo prototípico que evaluaba la vida del individuo, no tanto por su unicidad personal, sino por su significación teológica. La primera obra hagiográfica escrita por Berceo fue probablemente la Vida de San Millán de la Cogolla sobre el eclesiástico visigodo del siglo VI, que, según la leyenda, fundó el monasterio donde el poeta servía como clérigo. Basándose en un tratado sobre San Millán escrito en latín en el siglo VI1, Berceo dividió su narración en tres partes, una estructura simbólica de la Trinidad. En la primera parte se relata la juventud de San Millán, un humilde pastor, y su decisión de dedicarse a una vida de contemplación religiosa. El santo se transforma en un guerrero contra las fuerzas del mal en la segunda división del poema; el poeta nos describe su lucha contra la persecución de sus enemigos, y los tormentos que le inflige el mundo demoníaco. En la última parte se narran los milagros efectuados por el santo después de su muerte y su intervención maravillosa en una batalla contra los moros.

Aparte de la Vida de San Millán, Berceo compuso otros poemas hagiográficos sobre las vidas de Santo Domingo de Silos, Santa Oria y San Lorenzo. Conviene señalar que los cuatro santos cuyas leyendas fueron relatadas por Berceo están todos vinculados históricamente con el monasterio de San Millán. El hecho de que Berceo se limitara a estos santos regionales, en vez de narrar alguna hagiografía de interés más universal, indica que uno de sus objetivos principales ,era la divulgación de las leyendas asociadas con su parroquia. A la luz de las investigaciones realizadas por el medievalista Brian Dutton, este hecho es particularmente significativo. Dutton ha encontrado pruebas de que los monjes de San Millán fueron responsables de una falsificación de documentos durante la vida de Berceo. Estas falsificaciones se Ilevaron a cabo con el propósito de encarecer el prestigio de San Millán, una especie de propaganda eclesiástica que tenía el fin de motivar á los fieles para que aportaran más dinero al monasterio. Según Dutton, es probable que este interés hubiera inspirado, en parte, la actividad poética de Berceo, y que su obra tuviera no soló el propósito de enseñar al vulgo, sino también el de ensalzar al monasterio de San Millán.

Los Milagros de Nuestra Señora, una obra escrita en la madurez del poeta, manifiestan la devoción mariana que predominaba en la religiosidad de este período. La Virgen María, que había recibido poca atención en los primeros siglos del cristianismo, llegó a ocupar un lugar central en la piedad popular de la Baja Edad Media. Los cultos marianos que se extendían por toda Europa adoraban a la Virgen como la encarnación del amor maternal, una imagen benévola que atenuaba la severidad de la teología medieval. Berceo, de acuerdo con este fervor religioso, se empeñó en representar a la «Gloriosa» de una manera que humanizaba la doctrina de la redención. Los Milagros de Nuestra Señora se componen de veinticinco relatos breves que ilustran la intervención de la Virgen a favor de los creyentes. Siempre consciente del nivel cultural de su público, Berceo quiso ilustrar que la protección de la Virgen se extendía especialmente a los individuos humildes de fe sencilla y a los pecadores arrepentidos. Como en el caso de otros poemas de Berceo, los Milagros fueron derivados, en su mayor parte, de una fuente latina, una colección de leyendas en prosa que pertenecía a la tradición mariana europea.

La composición más extensa en la cuaderna vía del siglo XIII, y probablemente la más antigua, es el Libro de Alexandre, una narración fabulosa de la vida de Alejandro Magno. Aunque este poema es atribuido a Berceo en una copia manuscrita del texto, la crítica se inclina hoy a considerarlo una composición anónima en vista de su poco parecido con la obra del clérigo de San Millán. En contraste con el sentimiento popular patente en las obras de Berceo, el poeta del Libro de Alexandre se empeñó en desplegar una erudición casi enciclopédica en su descripción de las hazañas y la sabiduría del héroe. La narración consta de una reelaboración de varias versiones de la historia de Alejandro Magno, en la cual se intercalan episodios secundarios y elementos de fantasía. La intención didáctica de esta obra se evidencia en la insistencia en los pecados del héroe; no se trata de una reconstrucción del mundo helénico, sino de una «medievalización» de la leyenda de Alejandro Magno para iluminar los preceptos de la moralidad cristiana.

Una visión anacrónica de la Antigüedad se halla igualmente en el Libro de Apolonio, un poema en cuaderna vía derivado de una redacción latina de la historia del rey de Tiro1, un tema de gran difusión en la Edad Media. Como en el caso del Libro de Alexandre, la actitud caballeresca y los detalles pintorescos que surgen en la obra son más propios de la realidad castellana del siglo XIII que del mundo pagano. El poeta nos relata las andanzas de Apolonio en busca de su mujer Luciana y su hija Tarsiana, a quienes creía muertas. El argumento de esta leyenda es una cadena complicada de naufragios, raptos y reuniones inesperadas, una técnica típica de los libros de aventuras de la literatura griega. Pese a su naturaleza novelesca, encierra el Libro de Apolonio un obvio mensaje moralizante: el desenlace feliz de tantas desventuras para el protagonista y su familia es una recompensa de Dios por su fe y virtud cristiana.

Aparte de estas obras en cuaderna vía, se produjeron en la primera mitad del siglo XIII dos poemas hagiográficos escritos en versos pareados de métrica irregular: la Vida de Santa María Egipciaca y el Libro deis tres reys d'Orient Estas dos composiciones anónimas representan una poesía más enlazada con la cultura popular, una adaptación de los temas y lenguaje eclesiásticos al estilo formulario de los juglares. En la Vida de Santa María Egipciaca se trata de una variación de la leyenda de la prostituta arrepentida, un motivo hagiográfico derivado de la historia de María Magdalena. Basándose en una obra francesa sobre la vida de María Egipciaca, el poeta subrayó la penitencia de la santa contrastando la promiscuidad escandalosa de su juventud con el ascetismo de su vida de anacoreta tras su conversión. También de índole didáctica, el Libro deis tres reys d'Orient es una narración de la adoración de los Magos y de otros temas relacionados con el Nacimiento y la Crucifixión. El poeta "a menudo recurre a los libros apócrifos (la parte de la Biblia cuya inspiración divina no es segura). Un aspecto importante del libro es la ilustración del concepto teológico de la gracia.

Una de las obras más conmovedoras de este período es el planctus «¡Ay Jherusalem!», un canto inspirado de las Cruzadas. Se trata de una elegía en que se lamenta la devastación de Jerusalén por los sarracenos en 1244. Para comunicar la magnitud de las atrocidades cometidas en Jerusalén, eí autor recurrió a la lírica juglaresca, describiendo de una manera emotiva la profanación del Santo Sepulcro y la persecución de los cristianos por los infieles. Este poema es igualmente significativo desde un punto de vista histórico: debido a la lucha que proseguía contra las fuerzas del Islam dentro de la Península, la participación de los caballeros españoles en las Cruzadas era escasa. Es probable que el poeta de «¡Ay Jherusalem!» tuviera el intento de despertar más interés en España por la defensa de la Fe en la Tierra Santa.

Otro género literario que brotó en el siglo XIII fue la poesía de debate inspirada de los modelos del latín clásico. Estas obras consistían en la exposición de algún tema polémico en forma de versos dialogados que representaban, por lo general, dos opiniones contrarias. Para los letrados de este período, la discusión de las cuestiones filosóficas, así como la de los asuntos más cotidianos, suponía un modo de comprobar su facultad de raciocinio y su dominio de la retórica. La literatura que surgió de este ejercicio académico era una poesía de índole dramática que englobaba las tradiciones de la lírica narrativa. En el poema Elena y María, por ejemplo, se relata un debate esencialmente irónico sobre los méritos relativos de las diferentes clases sociales, una polémica común en la Edad Media. La división de la sociedad en tres estados—clérigos (los eclesiásticos y otras personas cultas), caballeros y campesinos—era un concepto firmemente arraigado en la mentalidad medieval. La rivalidad entre los dos grupos más elevados era un tema popular en la literatura franco-provenzal de este período. En Elena y María, como en otros poemas sobre este tema, el debate se presenta en la forma de una disputa entre la amante de un clérigo y la de un caballero. El tono burlesco de este poema proviene de su visión satírica de la sociedad, sobre todo con respecto a los clérigos.

La Razón de amor cpn los denuestos del agua y del vino es una obra problemática en vista de su carácter doble. En la primera parte del poema, dos enamorados se encuentran en un jardín, lugar asociado tradicionalmente con las escenas amorosas. Se destaca en el tono lírico la influencia cte las «canciones de amigo», sobre todo en las palabras de la dama. La transición a la segunda parte ocurre cuando una paloma que se baña en el jardín vierte agua en un vaso de vino. Entonces comienza una disputa de carácter satírico-burlesco entre el agua y el vino en cuanto al valor de cada uno—tema que había sido un motivo tradicional en la poesía de debate latina. Aunque estas dos partes se consideraron fragmentos independientes por mucho tiempo, hoy en día la crítica suele subrayar el vínculo ideológico que existe entre el erotismo de la escena inicial, y el juego entre el agua, símbolo del amor puro, y el vino, símbolo del amor sexual. Esta yuxtaposición de la castidad y la sensualidad es un reflejo de la necesidad de reconciliar dos conceptos dispares, un enfoque propio del debate medieval.

Pese a las alteraciones socio-económicas y a la gran mortandad de las pestilencias, el desarrollo literario de la España cristiana continuó durante el siglo XIV gracias a la fundación de nuevas universidades y la creciente importancia que la Iglesia otorgaba a la educación. En la poesía, el surgimiento cultural estuvo caracterizado por el debilitamiento de la cuaderna vía, un género que ya había comenzado a decaer en la segunda mitad del siglo XIII. La actividad poética del siglo XIV no se limitaba a los círculos monásticos; entre las obras de este período se destacan una crónica versificada sobre la historia contemporánea, unos proverbios didácticos escritos por un rabino y una exposición de índole social compuesta por un miembro de la ciase noble. En suma, la poesía culta del siglo XIV representaba una reelaboración estilística y temática de la anterior tradición clerical.

El Libro de la miseria de omne es una composición representativa de la última evolución de la cuaderna vía. Basado en De Contemptu Mundi, una obra en prosa latina escrita por el Papa Inocencio III, este poema es una descripción moralizante de las miserias del mundo y la naturaleza pecaminosa del hombre. Él tono es amargo y satírico. En vez de los versos alejandrinos propios de la cuaderna vía, el poeta emplea versos de dieciséis sílabas. Quizás el aspecto más interesante del Libro de la miseria de omne es su crítica de la injusticia de las condiciones socio-económicas del período: el sufrimiento de las clases inferiores y la ociosidad de las clases adineradas.

En los Proverbios de Salomón, un poema anónimo derivado del libro del Eclesiastés de la Biblia, también se habla de los contrastes entre la vida de los pobres y la de los ricos. Adaptando el estilo aforístico del Antiguo Testamento, el poeta reitera la fugacidad de los bienes terrestres y la igualdad de todos los hombres ante la muerte. Aunque la fuente principal es el Eclesiastés, un libro atribuido tradicionalmente al rey Salomón, el autor también alude a otras partes de la Biblia. La métrica de cuaderna vía que se utiliza en los Proverbios de Salomón es bastante irregular.

Compuesto a mediados del siglo XIV por Rodrigo Yáñez, el Poema de Alfonso XI combina la visión historiografía de las crónicas en prosa con elementos de la epopeya popular. Se narran en esta obra los sucesos del ' reinado de Alfonso XI, uno de los más geniales guerreros de la España medieval, cuyos logros habían de ser la consolidación de la autoridad real a costa de la nobleza, y el avance de la Reconquista. La utilización de los epítetos y de otras expresiones formularias en el Poema de Alfonso XI es propia de la poesía épica, mientras que la regularidad de su métrica de cuartetas octosilábicas demuestra una influencia culta.

La muerte de Alfonso XI abrió paso a un período calamitoso para Castilla. El nuevo rey, Pedro I, era incapaz de mantener el orden social y el progreso que había iniciado su padre. Su reino había de ser completamente desangrado por una guerra civil incitada por la rebelión de sus medio hermanos, los Infantes de Trastamara. El Rey Pedro, denominado el «Cruel» por sus enemigos, era para los judíos el «Justiciero». En contraste con el antisemitismo de los partidarios de los Trastamara, la actitud de don Pedro hacia este grupo minoritario era bastante benévola, y hasta dio puestos importantes a judíos.

El rabino Shem Tob fue el escritor judeo-español más notable del siglo XIV Dedicó sus Proverbios morales al rey cristiano con el propósito de ganar su favor y su protección. La obra de Shem Tob constituye uno de los pocos testimonios en favor de don Pedro que sobrevivieron a la censura de los Trastamara, el partido triunfante. Los Proverbios morales se derivan de la vena popular de la literatura aforística, una corriente que el poeta alimentó con la sabiduría del Talmud y de la Tora. Se trata, en efecto, de una auténtica muestra de la cultura judía medieval expresada poéticamente en castellano. Analizando los aspectos de la conducta humana, Shem Tob amonesta y aconseja al lector con breves estrofas que comunican un sentimiento de inquietud y de resignación personal. La métrica de los Proverbios puede considerarse una forma de la «redondilla» de cuatro versos con rima consonante, aunque algunos críticos sostienen que esta obra es una manifestación tardía de la cuaderna vía con una rima consonante interna.

El último poema largo compuesto en cuaderna vía es el Rimado de Palacio de Pero López de Ayala, un poeta y cronista cuya afiliación política era opuesta a la del rabino Shem Tob. La obra poética de este hidalgo, quien llegó a ser uno de los dirigentes principales de Castilla, es una amalgama de diversos temas en la cual se representa un amplio cuadro didáctico de la sociedad castellana. Se compone este libro de piezas sueltas escritas probablemente entre 1380 y 1404, versos que denuncian el caos moral del período con la visión acerba de un personaje aristocrático que debe confrontar el derrumbamiento del orden tradicional a su alrededor. La primera parte del Rimado es una declaración de. la religiosidad personal de López de Ayala basada en las convenciones de la confesión. El resto del libro encierra una diatriba satírica contra los pecados de la sociedad y una serie de consejos al rey y a otros oficiales. Por la mayor parte, la métrica utilizada en el Rimado es la cuaderna vía, aunque se encuentran otras formas estróficas, sobre todo en los poemas religiosos.

Conviene recordar que los poemas clericales coexistían en la Península con otras formas poéticas. Las epopeyas siguieron recitándose en las plazas públicas de Castilla hasta fines del siglo XV, y los villancicos seguirían siendo un elemento importante de la lírica popular hasta la primera parte del siglo XVII.

Recomendamos las siguientes ediciones de los textos que se mencionan en esta sección: Gonzalo de Berceo, ed. Brian Dutton. Obras completas (London: Támesis, 1975) o Milagros de Nuestra Señora, ed. E. Michael Gerli (Madrid: Cátedra, 1984); Libro de Alexandre, ed. Jesús Cañas Murillo (Madrid: Editora Nacional, 1978); El libro de Apolonio, ed. Manuel Alvar (Barcelona: Planeta, 1984) o ed. Carmen Monedero (Madrid: Castalia, 1987); Vida de Santa María Egipciaca, ed. Manuel Alvar (Madrid: Alcalá, 1967) o María S. de Andrés Castellanos (Barcelona: Ronda de la Universidad, 1947); Tres reys d'Orient, ed. Manuel Alvar (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1965); Ay Jherusalem, ed. María del Carmen Pescador del Hoyo, en «Tres poemas medievales», Nueva Revista de Filología Hispánica (14), 1960, 242-247, véase también Eugenio Asensio, «Ay Jherusalem, Planto narrativo del siglo XIII» Nueva Revista de Filología Hispánica (14) 1960, , 251-270 y ed. Manuel Alvar, Antigua poesía española lírica y narrativa (México, D. F., 1970) 179-186; Razón de amor con los denuestos del agua y el vino, ed. Mario di Pinto (Pisa: Goliardica, 1959) o ed. Ramón Menéndez Pidal, Textos medievales españoles. (Madrid: Espasa-Calpe, 1976); Shem Tob de Carrión, Proverbios, ed. T. A. Perry (Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1986); Libro de miseria de onme ed. Pompilio Tesauro (Pisa: Giardini, 1983) o ed. Jane E. Connolly (Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1987); Poema de Alfonso XI, ed. Yo ten Cate (Madrid, 1956)[1]; Rimado de Palacio ed. Michel García (Madrid: Gredos, 1978), ed. Jacques Joset (Madrid: Alhambra, 1978) o ed. Germán Orduna (Madrid: Castalia, 1987).


 

 

[1]Esta edición es la última que se ha hecho; la recomendamos con algunas reservas.

 

 

 

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 Monasterio de las Huelgas en Burgos

 

 

 

 

 

LA POESÍA CLERICAL

 

 

autor desconocido